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1.47M
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---|---|---|---|---|
Ramírez_Mella,Edgar_E. | XXI | 3_Tambores_Lejanos | Con armas de obsidiana y topacio
fue atacada la tierra,
acabamos con los árboles.
Herimos mortalmente a Kainga,
la madre, la Pachamama rebosante.
El dios de los ojos coléricos
nos observó impávido
por sus ojos de coral y conchas de ostra.
Los volcanes movidos,
en sus ardientes entrañas,
vomitaron fuego amargo
y rocas incendiadas,
hiriendo al océano gigante,
apagando al sol.
Desde entonces palidecieron
todas nuestras heredades,
los pájaros huyeron de los acantilados,
y hasta el pez Ruhi paralizador
y el tiburón, olvidaron nuestras costas,
tanto fue el dolor ácido de las rocas.
Así fue el comienzo de este languidecer,
este lento y agónico marchitarse
del ombligo del mundo.
Tambores lejanos.
Tambores obscuros, trepidantes tambores.
En la profundidad:
El pulso del sol agonizante. | es |
Selgas_y_Carrasco,José | <XXI | Las_Auras_Leves | Las auras leves,
En vuelo blando,
Van suspirando
De flor en flor.
—«¡Quién lo diría!
¡Quién lo creyera!
La lisonjera
Muere de amor:
»Sus mansas hojas
Rico tesoro
De lila y oro,
Mustias están.
»Dobla la frente,
Trémula gira,
Triste suspira,
Hondo es su afán.
»Ella que en prendas
De sus amores
Entre favores
Puso el desdén;
»Ella que ha visto
Tantos amantes,
Sin que inconstantes
Penas le den.
»La bulliciosa,
Del amor dueña,
La flor risueña,
La alegre flor;
»La que prestaba
Su amor a un ruego:
Su amor... y luego
Su desamor.
»La que al arroyo
Que la servía
Amor mentía
Harto cruel.
»Por quien un nardo
Tuvo desvelos,
Y amargos celos
Lloró un clavel.
»La flor ingrata,
La flor hermosa,
La veleidosa,
Ahora mirad.
»Ningún consuelo
Su afán mitiga;
Amor castiga
Su veleidad.
»Esos suspiros
Tristes y lentos,
Son los lamentos
De su dolor.
»Oídme, flores,
¡Quién lo creyera!
La lisonjera
Muere de amor». | es |
Samaniego,Félix_María_de | <XXI | El_Hombre_Y_La_Culebra | A una Culebra que, de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Variante | Al promediar la tarde de aquel día,
Cuando iba mi habitual adiós a darte,
Fue una vaga congoja de dejarte
Lo que me reveló que te quería
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía...
En tus dedos temblar la vi al hablarte,
Y al separarnos te pusiste aparte
Del grupo, amedrentada todavía.
Un poco entristecida por la ausencia,
Mas, lánguida, a la vez, con la evidencia
De una felicidad que aun ríe y llora,
Estremeciose tu alma enajenada;
y sobre tu mejilla sonrojada
besáronse el crepúsculo y la aurora. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Nocturno_Encuentro._El_Callejón_Parece | Nocturno encuentro. El callejón parece
jeta de lobo, arácnido, lanudo,
y en su angostura de ulcerado embudo
la hedionda flor del óxido se mece.
Alguien me aguarda y siento que padece
su falsa vida. Del fecal engrudo
surge una rata y con chillido agudo
por negra cavidad desaparece.
Yo estaba allí esperándome, impasible,
con este mismo rostro putrecible
y todo mi mental escalofrío.
Saqué un puñal de estrellas iracundas
y lo clavé en mis partes pudibundas,
empurpurando el callejón vacío. | es |
Flórez,Julio | <XXI | Cuando_El_Gran_Latrocinio,_Sin_Embozo | Cuando el gran latrocinio, sin embozo,
con el fraude imperaba en las alturas,
y eran la expatriación, el calabozo
y el vejamen... ¡las practicas más puras!
Cuando el solo pensar era un delito,
y era virtud la delación y era
la altivez un crimen, por la oscura esfera,
desgarrando la noche, cruzó un grito,
ante el cual, en la cima deshonrada,
aquel régimen de odio y estulticia
tembló como la fiera acorralada
que ante la voz del domador se aterra...
Tú, ya cansado de gritar: «¡Justicia!»
lanzaste el reto formidable: «¡Guerra!» | es |
Diego,Eliseo | <XXI | Los_Trenes | ¿Adónde han ido los trenes
llenos de fama y poder,
cuya elocuencia fue ayer
la gloria de los andenes?
Cuando por la tarde vienes
cruzando el año perdido,
¡cómo extrañas el silbido
anhelante, noticioso,
que desdeñaba el reposo
y majestad del olvido! | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Mi_Cuerpo_Hoy_Me_Parece | Mi cuerpo hoy me parece
un recuerdo de mí.
No es mi memoria
la que vive en mi frente,
sino mi cuerpo entero
el que está arrinconado
en ella, entre las nubes,
esperando la muerte del olvido.
Yo ya soy más que yo.
Formé mi ambiente,
me envolví con mi alma,
abandoné la vida de los hombres.
Quiero olvidar mi cuerpo,
dormirlo en mí quisiera.
Sus sueños exteriores
inundarán mi espíritu.
Poblaciones extrañas,
dioses nuevos,
elementos distintos,
lo rodeen.
Voy dictando palabras
al que yo fui en el mundo,
al que cree contenerme
debajo de sus ojos,
al que estoy dominando,
ensombreciendo,
al que escribe esta historia. | es |
Eguren,José_María | <XXI | Yo_Soy_La_Walkyria_Que,_En_Tiempos_Guerreros | Yo soy la walkyria que, en tiempos guerreros,
cantaba la muerte de los caballeros.
Mis voces obscuras, mi suerte lontana,
mis sueños recorren la arena germana.
Y de paladines fierísimos robo
las cotas de reno, los dientes de lobo.
No valen, no valen las duras corazas
y los guanteletes, las picas, las mazas.
Ni vale tampoco la senda florida,
los cielos dorados, la luz de la vida.
Soy flor venenosa de pétalo rubio,
brotada en la orilla del negro Danubio.
Y no desventuras mi faz manifiesta;
mi origen no saben los cantos de gesta.
Y sé las ideas funestas y vagas;
y el signo descubro que ocultan las sagas.
Yo soy la que vuelvo contino las fojas
del mal: las azules, las blancas, las rojas.
Sin tregua contemplo la noche infinita;
me inclino en la curva de ciencia maldita.
Y dando a mi cielo tristísima suerte,
camino en el bayo corcel de la muerte. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | La_Revista | ¡Adelante, valientes muchachos!
Suenen cajas y trompas y cachos,
Bata el viento los rojos penachos;
Vista al frente, y al hombro el fusil,
iAdelante, cachorros intrépidos!
Rataplán, rataplán, rataplín.
cachos
Pero al ver a este viejo soldado
Que le dio media pierna al Estado
Y quedó sin fortuna y baldado
Porque el pueblo viviera feliz,
Presentadle las armas, dad vítores
Y la marcha de triunfo batid
Rataplán, plin, plan
Rataplín, plan, plin.
Suplicadle que cuente la historia
De esos días de muerte y de gloria.
Lanza y fuego, derrota y victoria.
Hambre y sed y aventuras sin fin.
Y que pase revista al ejército.
Rataplán, rataplán, rataplín.
¡Adelante marchad, veteranos!
Pero nunca enrojezca esas manos
Sangre nuestra, de amigos y hermanos.
En interna sacrilega lid.
Guardad toda la furia y la pólvora
Contra el que ose la Patria invadir,
Y entonces sí
Rataplán, rataplán, rataplín. | es |
Orión_de_Panthoseas | XXI | ..._Parecerá_Increíble,_Pero_He_Sabido_Al_Fin_Que_Las_Costumbres_Enmohecen_Y_Aprietan,_Apelmazan | ... parecerá increíble, pero he sabido al fin que las
costumbres enmohecen y aprietan, apelmazan;
por eso las muy putas me han hecho así de denso y taimado, yo
diría que hasta irreconocible;
... y es que, los días que vienen como éste, casi es
mejor pegarse un tiro,
o ponerse a correr y a correr y no parar hasta caer como un trapo en la
cuneta;
así no podría pensar, o a lo mejor me olvidaba de que he
debido o debo ser un hombre;
... por eso, después de haber seguido y seguido con tesón
implacable durante tanto tiempo
dentro de este ser hombre-burro, resulta que parece que las hubiera
olvidado y no pudiera reconocer siquiera las palabras, me doy cuenta de
que las bellas ya no puedo hallarlas fácilmente
ni puedo cogerlas sin remordimiento; al contrario, noto que al tocarlas
me rozan y hieren,
como si a fuerza de no usarnos hubiera surgido entre nosotros un foso
insalvable de rencor y de fobia,
de extrañamiento, de descortesía;
... y no, no me atrevo a decir que no me duela este escarnio, esta
afrenta a una felicidad
y reglas de mente y corazón que tuve;
... éstos días canallas los conozco bien, los conozco de
puta madre; siempre, siempre vienen
con los cuchillos tapados; vas tan tranquilo, dando patadas a las
hojas, y, de repente,
sientes en la espalda un dolor punzante que te aprieta, que te ahoga y
no te deja ni respirar;
... y aunque suelo decirme que ya soy muy mayor y que debo tener
cuidado con todo, mucho cuidado,
y una y otra vez vuelvo a repetírmelo, yo, sin embargo, erre que
erre, para adelante y contra el suelo
dale que dale, un día y otro con furia y con ira. | es |
Quevedo,Francisco | <XXI | Que_Los_Años_Por_Ti_Vuelen_Tan_Leves, | Que los años por ti vuelen tan leves,
Pides a Dios; que el rostro sus pisadas
No sienta, y que a las greñas bien peinadas
No pase corva la vejez sus nieves.
Esto le pides y, borracho bebes
Las vendimias en tazas coronadas;
Y para el vientre tuyo las manadas
Que Apulia pasta son bocados breves.
A Dios le pides lo que tú te quitas;
La Enfermedad y la Vejez te tragas,
Y estar de ellas exento solicitas.
Pero en rugosa piel la deuda pagas
De las embrïagueces que vomitas,
Y en la salud que comilón estragas.
Esto le pides y, borracho bebes
Las vendimias en tazas coronadas;
Y para el vientre tuyo las manadas
Que Apulia pasta son bocados breves.
A Dios le pides lo que tú te quitas;
La Enfermedad y la Vejez te tragas,
Y estar de ellas exento solicitas.
Pero en rugosa piel la deuda pagas
De las embrïagueces que vomitas,
Y en la salud que comilón estragas.
A Dios le pides lo que tú te quitas;
La Enfermedad y la Vejez te tragas,
Y estar de ellas exento solicitas.
Pero en rugosa piel la deuda pagas
De las embrïagueces que vomitas,
Y en la salud que comilón estragas.
Pero en rugosa piel la deuda pagas
De las embrïagueces que vomitas,
Y en la salud que comilón estragas. | es |
López,Luis_Carlos | <XXI | ¡Viva_La_Paz,_Viva_La_Paz!... | ¡Pax vobis!
¡Viva la paz, viva la paz!...
Así
trinaba alegremente un colibrí
sentimental, sencillo,
de flor en flor...
Y el pobre pajarillo
trinaba tan feliz sobre el anillo
feroz de una culebra mapaná.
Mientras que en un papayo
reía gravemente un guacamayo
bisojo y medio cínico:
—¡Cuá, cuá! | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | La_Noche_Es_Suave_Y_Muelle | La noche es suave y muelle
tal cual si fuera hecha
con los vellones blandos
de alguna oveja negra.
No hay luna. Vago a oscuras
por el campo hechizado.
Huelo frescor de juncos,
de sauces y de álamos.
Voy junto a la laguna,
¡oh misterio del agua!
El agua es un ser vivo
que me contempla y calla.
La laguna, esta noche,
parece pensativa.
Mi alma se alarga a ella
como una serpentina.
¡Cuánto me gusta el agua!
¡Cuánto me gusta el agua!
Hacia ella se inclina
cual un junco mi alma.
Acaso, en otra vida
ancestral, yo habré sido
antes de ser de carne,
cisterna, fuente o río... | es |
González,Ángel | <XXI | Así_Parece | Acusado por los críticos literarios de realista,
mis parientes en cambio me atribuyen
el defecto contrario;
afirman que no tengo
sentido alguno de la realidad.
Soy para ellos, sin duda, un funesto espectáculo:
analistas de textos, parientes de provincias,
he defraudado a todos, por lo visto;
¡qué le vamos a hacer!
Citaré algunos casos:
Ciertas tías devotas no pueden contenerse,
y lloran al mirarme.
Otras mucho más tímidas me hacen arroz con leche,
como cuando era niño,
y sonríen contritas, y me dicen:
qué alto,
si te viese tu padre
,
y se quedan suspensas, sin saber qué añadir.
Sin embargo, no ignoro
que sus ambiguos gestos
disimulan
una sincera compasión irremediable
que brilla húmedamente en sus miradas
y en sus piadosos dientes postizos de conejo.
Y no sólo son ellas.
En las noches,
mi anciana tía Clotilde regresa de la tumba
para agitar ante mi rostro sus manos sarmentosas
y repetir con tono admonitorio:
¡Con la belleza no se come! ¿Qué piensas que es la vida?
Por su parte,
mi madre ya difunta, con voz delgada y triste,
augura un lamentable final de mi existencia:
manicomios, asilos, calvicie, blenorragia.
Yo no sé qué decirles, y ellas
vuelven a su silencio.
Lo mismo, igual que entonces.
Como cuando era niño.
Parece
que no ha pasado la muerte por nosotros. | es |
Camões,Luís_de | <XXI | Soneto_Clvi | Orfeo enamorado que tañía
Por la perdida Ninfa que buscaba,
En el Orco implacable donde estaba,
Con la arpa, y con la voz la enternecía.
La rueda de Ixión no se movía,
Ningún atormentado se quejaba;
Las penas de los otros ablandaba,
Y todas las de todos él sentía.
El son pudo obligar de tal manera,
Que en dulce galardón de lo cantado,
Los infernales Reyes condolidos,
Le mandaron volver su compañera,
Y volviola a perder el desdichado;
Con que fueron entrambos los perdidos. | es |
Pizarnik,Alejandra | <XXI | Ella_Se_Desnuda_En_El_Paraíso | ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe | es |
Cuenca,Luis_Alberto_de | <XXI | Línea_Clara | Dicen que hablamos claro, y que la poesía
no es comunicación, sino conocimiento,
y que sólo conoce quien renuncia a este mundo
y a sus pompas y obras —la amistad, la ternura,
la decepción, el fraude, la alegría, el coraje,
el humor y la fe, la lealtad, la envidia,
la esperanza, el amor, todo lo que no sea
intelectual, abstruso, místico, filosófico
y, desde luego, mínimo, silencioso y profundo—.
Dicen que hablamos claro, y que nos repetimos
de lo claro que hablamos, y que la gente entiende
nuestros versos, incluso la gente que gobierna,
lo que trae consigo que tengamos acceso
al poder y a sus premios y condecoraciones,
ejerciendo un servil e injusto monopolio.
Dicen, y menudean sus fieras embestidas.
Defiéndenos, Tintín, que nos atacan.
Dicen, y menudean sus fieras embestidas.
Defiéndenos, Tintín, que nos atacan. | es |
Flórez,Julio | <XXI | No_Los_Soñó_Mejores_Praxiteles | No los soñó mejores Praxiteles.
¿Venus? Venus jamás los tuvo iguales.
Nunca se han inventado los cinceles
que copien esas curvas ideales.
Como preciado y singular adorno
surge un lunar sobre su cutis de Hebe,
que parece, en las líneas del contorno,
un pájaro entumido entre la nieve.
Al través de la pálida blancura
de la piel tibia, tersa y perfumada,
hay una vena azul; la sangre pura
corre allí con hervores de cascada.
¡Oh brazos que yo adoro: haced amantes
una prisión para mi pecho; ansío
ver de cerca los ojos fulgurantes
de vuestro dueño; hacedla, tengo frío! | es |
Benedetti,Mario | <XXI | El_Hígado_De_Dios | Dios padre / campechano
en el estilo de juan veintitrés
dijo / dejad que los excomulgados
vengan a mí / dejadlos
abortistas / herejes
adúlteros o gays
marxistas / sacerdotes casados
guerrilleros
venid a mí / libérrimos
vuestro es el reino
de los cielos míos
en cierto modo debo compensaros
por los vejámenes sin cuento
por los agravios con encíclica
que os vienen infligiendo
mis vicarios
desde la inquisición
me duele el hígado
venid excomulgados
hijos míos | es |
Plaza_Llamas,Antonio | <XXI | Hosanna_A_Los_Pillos | El mundo es comedia,
no sé quien lo dijo,
pero es una farsa
de risa y gemidos,
en que hacen primeros
papeles los pillos.
Aquel que de honrado
se precia, por digno,
no pasa en la vida
jamás de borrico.
¡Dichoso el que lame
como un falderillo,
la pérsica alfombra
de prócer conspicuo,
y brinda gozoso
en prosa o idilio
por glorias excelsas
de noble caudillo,
cantándole siempre
que es máximo altísimo!
¡Feliz el menguado
que haciéndose mínimo,
será con el tiempo
lo menos ministro!
¡que al fin es el pueblo
un pobre pollino,
que nunca las coces
tirar ha sabido,
y carga la carga
sin dar un respingo!
¡Dichosos los bajos!
¡dichosos los pícaros!
venid, marmitones,
formad un gran círculo,
cantando entusiastas,
¡hosanna a los pillos!
Feliz quien del robo
haciendo un oficio,
con veinte por ciento
le presta al vecino.
Y si este se queda
sin torta ni abrigo,
al caco le importa
todo eso un pepino.
El mutuo usurario
es bueno y es lícito;
la ley lo protege,
la ley que hace rico
al noble usurero
que medra tranquilo
sembrando su vida
de goce infinito,
que si ella es el goce,
gozar es preciso.
¡Qué vivan las leyes,
las hembras, el vinol
en rápida polka,
en grave zorcico,
en vals vaporoso,
en danza y en brincos,
con júbilo el caco
arroja este grito:
venid, marmitones,
formad un gran círculo,
cantando entusiastas,
¡hosanna a los pillos!
Feliz el que tiene
por canon político
pasar la existencia
viviendo del fisco.
¡La patria!... ¿qué importa
que ruede al abismo,
y cargue el demonio
con todos sus hijos?...
dichoso el que antaño
quemaba rendido
migajas de mirra
al viejo Benito;
a Lerdo más tarde
y hoy dice a Porfirio
que es de sus adeptos
el más decidido,
y grita entusiasta
que es don Vicentico
general insigne,
muy generalísimo.
Al ver a éste y otros
famélicos bichos,
que siempre a la nómina
están adheridos,
gobierne ya Pedro,
o Juan o Remigio,
sonando las manos
entonces les digo:
¡salud miserables!
¡hosanna a los pillos! | es |
Brines,Francisco | <XXI | Palacio_Del_Otoño | Hablar de esta ciudad, en la que alojo
mi espíritu y mi cuerpo,
sería hablar de soledad y de pobreza.
Y hay un rumor de viento que levanta,
sin luz, oleadas de luz (fingida vida
de las hojas). En el reposo de la tierra
yace, mojada por la lluvia,
la belleza del mundo.
En la vieja ciudad, palacio del otoño,
los generosos sueños del amor,
y el entusiasmo del espíritu, residen;
desde siglos aposentan su llama
dentro del cuerpo de los jóvenes.
Queman sus corazones tras los muros;
fuera, la noche cerca silenciosa
la música del sueño.
Hablo de esta ciudad, y estoy hablando
de soledad y de pobreza.
Porque en ella yo habito.
Crucé los parques hoy, y a la temprana hora
en que este oscuro cielo aún más desciende
para apagar un resplandor escaso,
cerré tras mí la puerta de la casa.
Y ha pasado un gran tiempo,
y estoy mirando aún, con ojos doloridos,
los rincones oscuros de mi alma.
¿En dónde están los sueños? Tengo
joven la frente,
vivos los pensamientos, rumorosa
y oscura la mirada,
la lengua
es una hoguera de palabras, humo
claro la voz, y nunca tuve el pecho
tan hermoso,
tan poblado de amor.
Hablo de mí, y estoy hablando
de soledad y de pobreza. | es |
Gelman,Juan | <XXI | Fe_De_Erratas | donde dice “salió de sí como de un calabozo” (página tal verso cual)
podría decir “el arbolito creció creció” o alguna otra equivocación
a condición de tener ritmo
ser cierta o verdadera
así escribió sidney west estas líneas que nunca lo amarán
en el frescor de un pozo ciego y oscuro
arriba de la tierra deslumbrada por el sol
o sol o sol o sol
donde dice “si fuéramos o fuésemos/como rostros humanos”
(página tal verso cual) es como el buey que allí se aró
no podrido por la pena o la furia
disimulando el mucho rato en soledá
¡ah sidney west! aquí terminan (ojalá)
tus repechazos áspimos y pésimos
qué poca por alrededor de este hombre
y adentro qué animal
a sidney west se lo comieron todos los pájaros que supo inventar
la ponina y el nino especialmente
golosos de su estado y pasión
abierta dulce como inútil
donde dice “un día pasó lo que sigue” (página tal verso cual)
había pasado antes la tristeza
y eso es fatal para el poeta
fue fatal para el peno de west
¡ea bichitos tábanos fulgores que saludaban en el
cementerio de Oak!
allí lo pusieron a sidney west que duerma
donde dice “que duerma duerma duerma” (página tal verso cual)
debe decir que duerma y más nada
así que west con el amor primero
fue para sidney marinero
sidney el último en historia
giró con west como burro de noria
que duerma y nada más debe decir (página tal verso cual)
y más nada que duerma y no otra cosa
que duerma duerma duerma
que duerma duerma duerma sidney west
hasta que alen por favor los pieses
que duerma sidney west
hasta que bien nos amoremos
que duerma duerma duerma
el padre lo respire si lo quisiese respirar
acá yacen mezclados como antes
peor que duerma duerma duerma
que duerma sidney west
donde dice “cortinas con los pájaros para que entre la
mañana cantando” (página tal verso cual)
debe apagarse a la mañana sidney west
que duerma duerma duerma | es |
Rasch_Isla,Miguel | <XXI | Lejos_De_Ti_Me_Siento_Desterrado | Lejos de ti me siento desterrado...
para mi corazón eras a modo
de una tierra nativa en la que todo
lo que hace amar la vida hemos hallado.
Hoy nos separa la impiedad de hado,
y en hosca senda mi sandalia enlodo,
pensando en ti como feliz recodo
adonde nunca retornar me es dado.
En plena soledad alzo mi lona
y cuando tu recuerdo me obsesiona,
en nostalgia recóndita me encierro,
y me invade la angustia sin medida
del proscrito que llora en el desierto
por la patria indolente que le olvida. | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Los_Tres | El cadalso y carlota corday los alinearon
en la habitual arruga de la historia
pero danton robespierre marat
no se miran ni se dirigen la palabra
la muerte esa inasible
que fuera su cofrade y su enemiga
los recorre con dulce escalofrío
en tanto que la fama los satura
de himnos desafueros y retórica
matarifes o mártires
pródigos o inclementes
jacobinos o nada
entrañables o impíos
bonne nouvelle o fetiches
patronos de la luz o del terror
blandieron la justicia como fiebre
el amor cual relámpago
la excepción como regla
y la revolución ese eterno entrevero
como última acrobacia inevitable
no obstante hace dos siglos
bregaron deliraron murieron con urgencia
no sin antes mostrar al resto de los tiempos
lo frágiles que eran la cerviz los poderes
y sin embargo esos
huéspedes o anfitriones del peligro
marat danton y robespierre
no se hablaban ni se miraban o al menos
no se hablaron ni se miraron hasta
que de las nuevas arrugas de la historia
emergieron artigas y martí y sandino
y el che y otros abuelos
y bisabuelos cándidos
y al abrazarlos sin hacer distingos
de a poquito los fueron persuadiendo
de que todos lucharon por el hombre
el pobrecito duende de este mundo | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | ¡Mas_Ved_Que_No_Por_Ser_Menos_Soñado | ¡Mas ved que no por ser menos soñado
este grito de gloria es menos fuerte;
el grito de mi pueblo es tan sagrado
como la voz de Dios! ¡Quiso la suerte
que los vierais llorar a vuestro lado,
clavada toda en vos el arma inerte...
y pensad que esos labios que han llorado
se han reído mil veces de la muerte!
Y ellos son el Pasado en el Presente
son el nervio de luz de un continente:
son Sorocaima, el manco sin mancilla
que habló quizá en su lengua de guerrero
como aquel vuestro manco aventurero
habló en el verbo heroico de Castilla. | es |
Fernández_Rollán,César | XXI | Xa_Te_Fuiste_Bruxo_Bueno | Xa te fuiste bruxo bueno.
Con tus ojos de chiquillo incorregible
atrapado en un disfraz de piel marchita...
Temeroso y solitario...
Dijiste adiós con un silencio
que acudió a nublar tu rostro desde el alma
Y tus ojos se cerraron...
Se llevaron al muchacho de sonrisa interminable.
De pies menudos y manos curtidas.
De risa loca...
Cual traviesa mariposa te marchaste...
Y emprendiste grácil vuelo
a jugar entre las flores
frescas del cielo...
Xa te fuiste bruxo bueno.
Cuídate chiquillo viejo.
Posa tus alas cansadas
en los pétalos del cielo... | es |
González_Cano,Cándida | XXI | Te_Veo_Transparente | Te veo transparente,
Mágico y lujurioso,
Poderoso y cobarde.
Andando de puntillas
Por temor
A entregarte. | es |
López_Velarde,Ramón | <XXI | ¡Bien_Hayas_Oh_Lejano | ¡Bien hayas oh lejano
y glorioso contento
de volver a mirarla!
¡Qué desgano
el del viaje de ahora, que me cubre
de una angustia de pésame!
Presiento
la fuga del amor en este octubre.
Corre la antigua posta en la llanura
barrida por los cierzos de contino;
el sol avaro apenas si fulgura
sobre la paz de otoño del camino,
y con fúnebres sones
que se dilatan por la carretera
van entonando en la mañana austera
coplas de desamor los postillones.
(Fuensanta: cuando ingreso a tu azul valle
la ternura de ayer se me alborota,
pero yo le aconsejo que se calle.
Mi corazón es una cuerda rota).
Y te miro por fin... ¡Pero qué raros
se le aparecen a mi fe taimada
tu faz risueña y tus vestidos claros!
¡Oh, qué lejos te fuiste, enlutada!
Haces bien en reír de mis locuelas
ilusiones, ¡ay Dios!, de hacerte mía,
y en darlas un adiós, que es alegría
en el augurio de tus blancas telas.
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada?
Corre la antigua posta en la llanura
barrida por los cierzos de contino;
el sol avaro apenas si fulgura
sobre la paz de otoño del camino,
y con fúnebres sones
que se dilatan por la carretera
van entonando en la mañana austera
coplas de desamor los postillones.
(Fuensanta: cuando ingreso a tu azul valle
la ternura de ayer se me alborota,
pero yo le aconsejo que se calle.
Mi corazón es una cuerda rota).
Y te miro por fin... ¡Pero qué raros
se le aparecen a mi fe taimada
tu faz risueña y tus vestidos claros!
¡Oh, qué lejos te fuiste, enlutada!
Haces bien en reír de mis locuelas
ilusiones, ¡ay Dios!, de hacerte mía,
y en darlas un adiós, que es alegría
en el augurio de tus blancas telas.
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada?
(Fuensanta: cuando ingreso a tu azul valle
la ternura de ayer se me alborota,
pero yo le aconsejo que se calle.
Mi corazón es una cuerda rota).
Y te miro por fin... ¡Pero qué raros
se le aparecen a mi fe taimada
tu faz risueña y tus vestidos claros!
¡Oh, qué lejos te fuiste, enlutada!
Haces bien en reír de mis locuelas
ilusiones, ¡ay Dios!, de hacerte mía,
y en darlas un adiós, que es alegría
en el augurio de tus blancas telas.
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada?
Y te miro por fin... ¡Pero qué raros
se le aparecen a mi fe taimada
tu faz risueña y tus vestidos claros!
¡Oh, qué lejos te fuiste, enlutada!
Haces bien en reír de mis locuelas
ilusiones, ¡ay Dios!, de hacerte mía,
y en darlas un adiós, que es alegría
en el augurio de tus blancas telas.
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada?
Haces bien en reír de mis locuelas
ilusiones, ¡ay Dios!, de hacerte mía,
y en darlas un adiós, que es alegría
en el augurio de tus blancas telas.
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada?
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada? | es |
Machado,Antonio | <XXI | Cantores,_Dejad | Cantores, dejad
palmas y jaleo
para los demás. | es |
Meléndez_Valdés,Juan | <XXI | Al_Partir_Y_Dejarla | Al partir y dejarla
Medrosa de mi olvido
Me dio para memoria
Dorila un Cupidillo,
Diciéndome: en mi seno
Ya queda, zagal mío,
Si tú la imagen llevas,
Por señor el Dios mismo.
Ten cuenta pues que el tuyo
Le guarde bien, y fino
Por él sin cesar oigas
La voz de mi cariño.
Que aunque cruel te alejas,
Con mi anhelar te sigo;
Y en cuantos pasos dieres
Siempre estaré contigo,
Cual tú en toda mi alma;
Que este donoso niño
Sabrá tu fe guardarme.
Tornarte mis suspiros.
Y de marfil labrado
Diome un Amor tan lindo,
Que viéndole aun Citeres
Creyera ser su hijo.
Vendados los ojuelos,
Luengo el cabello y rizo,
Las alitas doradas,
Y en la diestra sus tiros.
La aljaba al hombro bello,
Y el arco suspendidos,
Que escarmentados temen
Los dioses del Olimpo.
Arterillo el semblante
Cuan vivaz y festivo,
Y así como temblando
Por su nudez de frío.
Yo solícito al verle
Tan risueño y benigno,
Los más dulces requiebros
Inocente le digo.
Y encantado en sus gracias,
Bondadoso y sencillo
Cual un dige precioso
Le contemplo y admiro.
Ya le tomo en mis brazos,
Ya a mis labios le aplico,
Con mi aliento le templo,
Y en mi pecho le abrigo.
Mas tornando a mirarle,
Con él juego y me río;
Y en mil besos y halagos
Las finezas repito:
Tras las cuáles le vuelvo
De mi seno al asilo,
Do aun más tierno le guardo,
Más vivaz le acaricio.
Cuando súbito siento
Tan ardientes latidos,
Como cuando en el tuyo,
Dorila, me reclino.
¿Y qué fue? que en el hondo
Se me entró el fementido.
Del corazón llagado,
Para aún más afligirlo. | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | Leonor_Se_Esconde._—¿Por_Qué_Será? | Leonor se esconde. —¿Por qué será?...
Ya sé yo adónde... y a lo que va.
Ya al gabinete con un billete
Color de rosa... ¡Qué linda cosa,
Bella Leonor,
¡Es un billete de amor!
Por verlo muero, dice entre sí.
¡Es el primero que recibí!
¡Mucho sigilo!, dijo Camilo.
Nadie lo vea, nadie lo lea,
Sino Leonor;
Que es un billete de amor.
Los del Tesoro, para papá;
Que él siempre el oro preferirá.
Pero el dinero del mundo entero
No tiene encanto, no vale tanto
Para Leonor
Como un billete de amor.
¡Oh que embeleso! ¡Oh qué pasión!
Merece un beso cada renglón.
Turbada el alma pierde la calma;
Mas no me asusto; tiemblo... de gusto.
¡Viva Leonor
Con un billete de amor.
Yo le contesto... ni mal, ni bien.
Mejor es esto: un ten con ten...
Así a mi primo no desanimo;
Pero es muy tonto decir tan pronto
«Tuya es Leonor»
En un billete de amor.
¡Leonor! En vano tregua le das.
Tarde o temprano sucumbirás.
Mientras Camilo duerme tranquilo,
Letal veneno bebe tu seno,
¡Pobre Leonor!
En un billete de amor.
un billete de amor!
un billete de amor.
un billete de amor.
un billete de amor.
un billete de amor.
un billete de amor. | es |
Esparza_Oteo,Teresa | XXI | Tus_Afanes_3 | Lo que sientes no lo dicen tus palabras.
Si te doy ternura, es brisa,
tu pelo se mece y entrecierras los ojos.
Cuando te enojas eres un títere,
los brazos se mueven sin lógica, brincas.
No te afanes en que entienda,
de tu boca salen ruidos incomprensibles que se disuelven.
Te observo y me deleito:
es bello el movimiento de tus labios. | es |
Martínez,Daniel_Omar | XXI | Esa_Mujer | Esa mujer
apareció una tarde
de ojos anclados en la lluvia
se descalzó el abrigo
el otoño, la mirada
camino hacia mí como a la muerte
o la esperanza
dijo cosas
que siempre guardaré
en los muelles de la memoria
vino a enseñarme
la magnitud de un beso
la eternidad
que hay en el salto de arriesgar en el otro
esa mujer
llevaba un puerto
atravesado en la nostalgia
una herida de sal mordiéndole la infancia
y cuando dijo amor
de sus ojos
llovió todo el mar
esa mujer
llevaba un puerto
atravesado en la nostalgia
una herida de sal mordiéndole la infancia
y cuando dijo amor
de sus ojos
llovió todo el mar | es |
Andreu,Blanca | <XXI | Amor_Mío,_Mira_Mi_Boca_De_Vitriolo | Amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.
Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habitan la palabra Alejandría,
ni escribir cartas para Rilke el poeta.
Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habitan la palabra Alejandría,
ni escribir cartas para Rilke el poeta. | es |
Coronado,Carolina | <XXI | No_Es_Sueño,_Es_La_Verdad_¡Oh_Mar!_Te_Veo | No es sueño, es la verdad ¡oh mar! te veo...
no es sueño, es la verdad, ¡estoy contigo!...
no es sueño, es la verdad, tus ondas sigo
y sacio en contemplarte mi deseo;
aquí está la verdad en que yo creo,
aquí habita el Señor que yo bendigo,
y siento entre estas vívidas montañas
el hondo palpitar de sus entrañas.
¡Tú eres el mar!... ¡el mar!... no eres el río;
el horizonte con tus brazos llenas,
y en vez de murmurar bramas y truenas
maravillando el pensamiento mío,
pero en tu seno con placer confío
recuerdos, dichas, esperanzas, penas,
sin que un instante me acobarde el miedo
de que en tus ondas sumergirme puedo.
¿Miedo de ti? ¿Por qué? ¿No es de la tierra
de dónde vengo yo? ¡Por qué temerte!
¿Amenazas tú más que con la muerte
ni tienes sino el agua que dé guerra?
¿En dónde tu maldad ¡oh mar! se encierra
para que así nos acobarde el verte?
¿Qué me puedes hacer? ¿Tragar mi barca?...
La Francia se ha tragado a su monarca.
¿A dónde vais, pobres gaviotas,
huyendo así del horizonte oscuro?
¿No teméis el morir al pie del muro
en sangre tintas vuestras alas rotas?
Hubo una edad entre las más remotas,
en que la tierra fue asilo seguro;
pero lanzados ya de aquel asilo,
el torrente del mar es más tranquilo.
¡Ah! yo no sé; pero al mirar de lejos
la vasta soledad del agua hermosa,
me siento de vosotras envidiosa
que podéis habitar en sus espejos;
los marinos nos dan tristes consejos,
porque huyamos del agua borrascosa;
pero al lanzarnos de tan bella casa,
no saben ahora lo que en tierra pasa.
¡Cuánto más blando el mar que nos rodea,
aunque el torrente abata vuestros vuelos,
será que las pasiones, los desvelos
de esa región que a nuestra vista humea!
¡No os vais del mar! El alma se recrea
soñándose suspensa entre dos cielos,
y si no tengo yo en las verdes salas,
menos debéis temer que tenéis alas.
¿Qué he de temer? ¿Que el mar en sus extremos
de sal inunde mi entreabierta boca?
¡La sed que en medio el agua nos sofoca
en la salada lluvia saciaremos!
Más salado es el llanto y lo bebemos
en tierra seca, y no en corriente poca,
siempre con ansia igual, con igual daño
un día y otro, uno y otro año.
¡Oh mil veces feliz ave y marino,
que cruzan sin temor esas montañas,
y más dichosa tú la que te bañas,
Cádiz, en ese golfo cristalino!
Allá te veo entre el flotante lino
salir, hermosa, honor de las Españas,
cual salen las palomas por el río
cuando a bañarse van en el estío.
Hija de las entrañas de Océano,
como sus conchas y sus peces eres,
y las que guardas célicas mujeres
son perlas escogidas por tu mano,
a bordo de tu buque soberano
Siempre embarcados, tus felices seres,
Gozan en paz de la ilusión divina
De este viaje que jamás termina.
Cuando del muro los estrechos lazos
salta y el onda tu cabeza baña,
dicen que quiere con terrible saña
tragarte el mar en míseros pedazos,
pero es que te acaricia entre sus brazos
como a sus tiernos hijos la alimaña,
y cuando más parece que te abruma
te da la leche de su blanca espuma.
¡Ciudad de torres solitaria y bella!
todo es hermoso en tu recinto amigo;
el pobre halla limosna y halla abrigo,
y aun da a otros pobres el sobrante de ella.
Cuando me lleve mi contraria estrella
lejos de ti; me soñaré contigo...
si es que duerme bastante para el sueño
quien nada espera dulce ni risueño.
¡Ah, sí! me queda la ilusión divina
de este mar tan inmenso y tan profundo,
donde ha de hallar, al fin, descanso el mundo
cuando lo quiera Dios. Alma vecina
del mar, mejor comprende y adivina
lo que es Dios, lo que el pueblo moribundo,
que encerrado se agita y despedaza
ser contra ser y raza contra raza.
Ya le voy a dejar, nada en la vida
sino el dolor profundo es duradero,
y por lo misino que mirarlo quiero,
tengo que darle ya mi despedida;
todo placer va siempre de partida
muy pronto por la vida, muy ligero,
y basta que la mar mi encanto sea
para que nunca más su encanto vea.
¡Adiós, amigos!... ¡tierra hospitalaria!...
Las lagrimas más dulces que he vertido
¡oh Cádiz, Cádiz! en tu seno han sido;
y si en medio del agua solitaria
ves en el barco un rostro, que afligido
te mira, yo seré que entre la varia
gente y la nube del vapor que humea
«¡Adiós, adiós, diré mientras te vea!» | es |
Rivas,Duque_de | <XXI | El_Fratricidio._Romance_Cuarto._Los_Dos_Hermanos | De Mosén Beltrán Claquín
Ante la tienda, de pronto,
Páranse dos caballeros
Ocultos en los embozos.
El rey Don Pedro era el uno,
Rodríguez Sanabria el otro,
Que en la fe de un enemigo
Piensan encontrar socorro,
Con gran priesa descabalgan,
Y ya se encuentran en torno
Rodeados de franceses
Armados y silenciosos,
En cuyos cascos gascones,
Y en cuyos azules ojos
Refleja el farol, que alumbra
Cual siniestro meteoro.
Entran dentro de la tienda
Ya vacilantes, pues todo
Empiezan a verlo entonces
De aspecto siniestro y torvo.
Una lámpara de azófar
La alumbra trémula y poco;
Mas dejan ver un bufete,
Un sillón de roble tosco,
Un lecho y una armadura,
Y lo que fue más asombro,
Cuatro hombres de armas inmobles,
De acero vivos escollos.
Don Pedro se desemboza
Y, «Vamos ya», dice ronco;
Y al instante uno de aquéllos,
Con una mano de plomo,
Que una manopla vestía
De dura malla, brioso
Ase el regio brazo y dice:
«Esperad, que será poco».
Al mismo tiempo a Sanabria
Por detrás sujetan otros,
Arráncale de improviso
La espada, y cúbrenle el rostro.
¡Traición!... ¡traición!... gritan ambos,
Luchando con noble arrojo ;
Cuando entre antorchas y lanzas
En la escena entran de pronto
Beltrán Claquín, desarmado,
Y don Enrique, furioso,
Cubierto de pie a cabeza
De un arnés de plata y oro.
Y ardiendo limpia en su mano
La desnuda. daga, como
Arde el rayo de los cielos
Que va a trastornar el polo.
De Don Pedro el brazo suelta
El forzudo armado, y todo
Queda en profundo silencio,
Silencio de horror y asombro.
Ni Enrique a Pedro conoce,
Ni Pedro a Enrique: apartólos
El cielo hace muchos años,
Años de agravios y enconos,
Un mar de rugiente sangre,
De huesos un promontorio,
De crímenes un abismo
Poniendo entre el uno y otro.
Don Enrique fué el primero
Que con satánico tono,
«¿Quién de estos dos es —prorrumpe—
El objeto de mis, odios?»
«Vil bastardo —le responde
Don Pedro, iracundo y torvo—,
Yo soy tu rey; tiembla, aleve;
Hunde tu frente en el polvo».
Se embisten los dos hermanos;
Y don Enrigue, furioso
Como tigre embravecido,
Hiere a Don Pedro en el rostro.
Don Pedro, cual león rugiente,
¡Taidor.!, grita; por los ojos
Lanza infernal fuego, abraza
A su armado hermano, como
A la colmena ligera
Feroz y forzudo el oso,
Y traban lucha espantosa
Que el mundo contempla absorto.
Caen al suelo, se revuelcan,
Se hieren de un lado y otro,
La tierra inundan en sangre,
Lidian cual canes rabiosos.
Se destrozan, se maldicen,
Dagas, dientes, uñas, todo
Es da aquellos dos hermanos
A saciar la furia poco.
Pedro a Enrique al cabo pone
Debajo, y se apresta ansioso,
De su crueldad o justicia
A dar nuevo testimonio;
Cuando Claquín (¡ oh desgracia!
En nuestros debates propios
Siempre ha de haber extranjeros
Que decidan a su antojo),
Cuando Claquin, trastornando
La suerte, llega de pronto,
Sujeta a Don Pedro, y pone
Sobre él a Enrique alevoso,
Diciendo el aventurero
De tal maldad es abono:
«Sirvo en esto a mi señor;
Ni rey quito, ni rey pongo».
No duró más el combate;
De su rey en lo más hondo
Del corazón la corona
Busca Enrique, hunde hasta el pomo
El acero fratricida,
Y con él el puño todo
Para asegurarse de ella,
Para, agarrarla furioso.
Y la sacó... goteando
¡Sangre!... De funesto gozo
Retumbó en el campo un viva
Y el infierno repitiólo. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Si_El_Cuadro_Horrendo_Que_Veo | Si el cuadro horrendo que veo
Lo está palpando la mano,
Si no es un fantasma vano
Lo que de asombro no creo,
Si cabe a un pueblo del mundo
Despotismo tan inmundo
En el siglo en que nací:
¡Patria mía, heroica y bella!
Se apagó tu mansa estrella;
Granada, ¡ay, pobre de ti!
Pueblo que hiciste un dios
Del genio de tu vergüenza
Y que un solio en recompensa
Le diste a unánime voz.
Pueblo ciego, sordo y mudo
Que un impenetrable escudo
Opusiste a la razón.
Hoy que contemplas tu obra
No hallarás sangre de sobra
Para ahogar tu maldición.
¿Cómo con pasos medidos
En pos de un edén social
Vino un pueblo liberal
A un gobierno de bandidos?
¿Cómo al hollar con su pie
La cumbre hacia donde fue,
Halló, en vez de cumbre, abismo?
¿Cuál será la ceguedad
Del que sembró libertad
Para coger despotismo?
Tú vas a decir, Destino,
Si el nombre de granadino
Es un timbre o un baldón.
Hacen la prueba del fuego
Los traidores: sabrán luego
Si es rebaño una nación,
Y si el suelo que fue cuna
De Ricaurte el inmortal
Deja ceñirse un dogal
Sin desafiar su fortuna. | es |
Lupiáñez,José | XXI | Sky_Line | Cantan dulces baladas con los labios pintados,
tienen los corazones rotos por el amor,
llevan gemas sombrías en sus dedos tan pálidos
y en sus frentes que un astro porque sí decoró.
En las noches siniestras beben su bebedizo
y pasean su amenaza con amargo desdén,
y ahora cantan sombríos lo fatal de su hechizo,
y ahora viven si mueren con eterno vaivén.
Van lanzando sus quejas con un triste derroche,
con las caras marcadas por la náusea sin par,
y te escupen, te besan, te acarician de noche,
y la fiesta es la noche que no puede parar.
Hoy se sienten perdidos y dolientes y altivos,
hoy parece que esconden de esa duda algo más,
van y vienen errantes y otrosí fugitivos,
hoy perdieron el rumbo de la dicha quizás.
Y es por eso que agitan su mayor desconsuelo,
por el largo desvelo que no causa rubor,
y por eso van torpes con las copas de hielo,
que vivir es acaso este escaso temblor.
Y sus frentes, miradlas, nada piensan ni sienten;
y sus labios, fijaos, qué maligno candor,
cantan pálidas gemas con palabras que mienten
que a la noche de olvido lanzarán sin temor. | es |
Rosenmann-Taub,David | XXI | —¿Vinieron_Ellos? | —¿Vinieron ellos?
—Sí.
—¿También Él?
—Sí, también.
—¿Cenaron ellos?
—Sí.
—¿Y Él,
dime,
y Él
cenó,
dime,
cenó?
—No sé,
no sé.
*
* *
Yo sí lo sé, y, también, la cena, que se heló.
Yo sí lo sé, y, también, la cena, que se heló. | es |
Burriel,Adolfo | XXI | ...El_Deseo_Reunía | ...El deseo reunía
los afanes del beso,
la enamorada noche
del sueño.
Era el destino de este viaje,
tierra buscada que devuelve a los orígenes
o mata,
...y los dioses furtivos
ponían los milagros... | es |
Botto,José | XXI | Campo_De_Estrellas | Campo de estrellas
retoño mágico
nacimiento del amor
bajo tu luz
Si perdiera tu brillo
opacando la belleza
cuanta oscuridad caería
en mi cuerpo estrella
Derrumbarían los mares
en ese espíritu libertario
que seduce las nubes
creando la lluvia clandestina
Campo de estrellas
cuna del renacimiento
iluminando a los amantes
bajo tus formas siderales
Si un día desaparecieras
cuanta soledad nos cubriría
angustias de piel
lamerían el pavimento
Tu lluvia de estrellas
inspiro tantas historias
como el arte que se rehace
celebrando tu firmamento
Espacio sideral
bajo tu influencia
arrojo mi piel al fuego
para fluir en creación | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | ¡Cómo!_¿Tan_Gran_Perturbación_Te_Asedia | ¡Cómo! ¿tan gran perturbación te asedia,
Por qué te ordenan con rigor y prisa
Juicio crítico hacer de una comedia?
¡Por Dios que al ver a tu ánima indecisa
En trance tal, (perdona si te enfado),
Cualquiera puede reventar de risa.
Imaginas, tal vez, pecho cuitado,
Que para censurar una obra de arte
Has menester de un gusto delicado?
¿Qué talento tampoco ha de faltarte,
Ni juicio, ni instrucción, ni orden que guíe
A ver y a examinar parte por parte?
Juro si piensas tal que me desvíe
Para siempre de ti, como de un zote,
Por más que tierna tu amistad porfíe.
¿Hay por ventura estulto monigote,
Ignorante rapaz, coplero oscuro,
Que por cosa tan nimia se alborote?
¿Hay quién no sepa dar un golpe duro
Aun a la misma virginal Talia,
Con fuerte brazo y corazón seguro?
Si no lo emprendes tú, por vida mía
Que no sin cascabel quedará el gato,
Y su pena tendrá tu cobardía:
Pues no has de ver expuesto tu retrato
En baratillos mil, ni en gacetillas
Te han de llamar ilustre literato.
Para crear de ingenio maravillas,
Desvélense Gallegos y Quintanas,
Y Harlzembusches, Bretones y Zorrillas.
Tú, sin recurso de las nueve hermanas,
Si esa tu indigna timidez sacudes,
Nombre a la par de sus ingenios ganas.
Y trabaje Rubí, que sin que sudes
Para agradar, con su feliz constancia,
Que te has de ver más popular no dudes.
¡Eh, dispón el papel! Poco en sustancia
Te conviene decir: moja la pluma,
Y comienza a escribir con arrogancia.
«Juicio crítico»: ¡Bien! ¡como la espuma
Tu gloria va a crecer! —¿Mas qué diremos?
—Para empezar y terminar, en suma
Basta elegir entre los dos extremos,
Y exclamar: —«¡la comedia es un dislate!»
O —«h¡ay en ella do quier rasgos supremos!»
Lo primero es mejor: loar a un vate
Que adquiere gloria y acumula plata,
Es, yo lo afirmo, insigne disparate.
Otra cosa ha de ser cuando se trata
De inofensivo autor, o gente nuestra...
¿Quién a los suyos con rigor maltrata?
Mas para caso tal, nula es tu diestra:
La juzga bien el que escribió la obra,
Y sus mismos elogios das por muestra.
Mas miro que renace tu zozobra:
¿Qué mosca te picó? Dilo, y escribe,
Que para meditar tiempo te sobra.
—Quiero saber si el juicio se suscribe.
—¿El juicio suscribir?... Loco te creo:
¿Quién duda igual sin delirar concibe?
Muy atrasado estás, por lo que veo,
De la crítica que hay en nuestra España;
O es que naciste para ser pigmeo.
No se firma jamás, cuando con saña
Se le zurra a un autor, que capaz fuera
De contestar con fabuleja extraña.
—¿Zapatero?... —¡Cabal! Mas la parlera
Fama, divulga el recatado nombre
Por la voz de una turba vocinglera.
Esa turba es de amigos; no te asombre:
Ellos dirán: —«la crítica es sublime:
La hizo fulano». Y cátate grande hombre.
¿Qué te habrá de importar que desestime
Tu censura el autor; que docta gente
Exclamé con dolor —¡y esto se imprime!
Tú no por eso abatirás la frente,
Y el vulgo que verá tu aire triunfante
Acatará tu fallo reverente.
—Mas lo habré de fundar. —¡Calla ignorante!
¿A qué viene pensar en fundamento
Si tu edificio debe ser flotante?
¡Es mala la comedia! Aquí está el cuento.
Es mala, y basta... porque yo lo digo:
Estilo pobre pésimo argumento!
El público aplaudió... —Mas dime, y sigo:
¿He de afirmar que el público se engaña?
¿Del voto general me haré enemigo?
—No; pero puedes deslizar con maña,
Que llenaba el local una pandilla
De amigos del autor, o que en España
El mostrarse cortés no es maravilla,
Y que a esta condicion, tan oportuna,
Alto triunfo debió mísera obrilla.
Puedes decir también que allá en su cuna
Tuvo el autor benéfica influencia
De alguna estrella, o de la misma luna:
Mas que en medio de todo es en su esencia
Un zopenco, un estúpido, un ilota,
Que solo alcanza de agradar la ciencia.
—¡No es poco, por mi vida! Pero nota
Que solo comenzado el juicio tengo.
—Pues no habrás de añadir ni aun una jota.
Bueno está como está; yo lo sostengo:
No hay para que meternos en hondura:
Lo esencial dicho está y a ello me atengo.
Eso de analizar empresa es dura,
Y nadie, por San Pedro, criticara,
Si exigiese razones la censura.
Si saber demandase, cosa es clara
Que tanto parlanchín folletinista
Temblara al comenzar, de pies a cara.
Mas por milagro un Diario se conquista
La pluma de algún crítico discreto,
Y siempre encuentra a la ignorancia lista.
Ella le saca del perenne aprieto,
Y hora mime al autor, hora le zurre,
Nunca el arte infeliz halla respeto.
Si sesudo lector rabia ose aburre
Del necio elogio, o torpe vituperio,
Otro por diversión a ellos recurre.
Y ni estólidos faltan, que al criterio
Del intruso censor la frente inclinen,
Por ejercer de su eco el ministerio.
Corre pues, ¡vive Dios! no te acoquinen
Los descontentos que do quier pululan:
Mas los necios serán que te apadrinen.
Adula o pega a tu placer: circulan,
Buenos o malos, los escritos todos
Que en las activas prensas se acumulan.
Nuestro siglo feliz por varios modos
Protege a los audaces, y aun levanta
A muchos ¡ay! que estaban entre lodos.
Así nuestra cultura se adelanta,
Y a fe que los quejosos escritores
Se divierten también en gresca tanta;
Que ya indulgencia encuentren, ya rigores,
Del oso bailarín hacen recuerdo,
Y al escuchar dicterios o loores
Saben si es mono el que los dice, o cerdo.
Juicio crítico
Gallegos
Quintanas,
Harlzembusches, Bretones
Zorrillas
Rubí,
«Juicio crítico»
juicio
¿Zapatero? | es |
Cañizal,Luis | <XXI | Que_Al_Son_De_Nuno_Júdice | Los campos de la patria son una lección retórica de austria-hungría a caballo,
una baladronada de schumann cabalgando en un leño,
una sabihondez del abate liszt,
unos ojos exoftálmicos pidiendo limosna al cielo:
la consapevolezza
del mulo que sueña
con nubarrones desde la tibieza de su cuadra
mientras pasta ante la pesebrera.
Los campos de la patria
son tener cauce y no tener río al que asomarse
cuando se es árbol de la orilla.
...Como cae del cielo
la luz en lamparazos misericordiosos
medidos a zancadas por los postes y sus cables métricos.
Lamparazos de luz:
explosiones radiosas a lo lejos
que no acierta la vista a distinguir
si es aguacero jubiloso y repentino (como en el porvenir de nuestras vidas)
o al cauce abandonado cumplirle la promesa
de que volverá un día a transitar henchido,
con pinos en cantiles por orillas.
Los campos de la patria son
nube rampante en cielo de tormenta,
cañonazo estrellado en el costado mártir
del mapa en carnes vivas
sin nombres con los que arroparse.
Los campos de la patria son lo que resta de
un muro tembloroso de castillo
(como corazón de sandía enarbolado) en el aire de tormenta.
Los campos de la patria son un piano desmelenado cuando
empieza a llover a latigazos igual que exclamaciones
desatando el olor a pasto fresco en todas las conciencias. | es |
Nervo,Amado | <XXI | ¡Qué_Bien_Están_Los_Muertos! | ¡Qué bien están los muertos,
ya sin calor ni frío,
ya sin tedio ni hastío!
Por la tierra cubiertos,
en su caja extendidos,
blandamente dormidos...
¡Qué bien están los muertos
con las manos cruzadas,
con las bocas cerradas!
¡Con los ojos abiertos,
para ver el arcano
que yo persigo en vano!
¡Qué bien estás, mi amor,
ya por siempre exceptuada
de la vejez odiada,
del verdugo dolor...;
inmortalmente joven,
dejando que te troven
su trova cotidiana
los pájaros poetas
que moran en las quietas
tumbas, y en la mañana,
donde la Muerte anida,
saludan a la vida! | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Si_Conozco_Tus_Vías,_Claramente | Si conozco tus vías, claramente
por bosque azul te llevará mi mano.
Si dueño fui de tu coral liviano,
sólo con nubes rozaré tu frente.
Confíate a mi azar y que te oriente
su delirio por clima soberano.
Cortaré sus figuras al verano
y al otoño su brisa diferente.
Y así, lleno del aire y de la estrella
que te dé, correremos tu camino.
Nadie verá nuestra infinita huella
ni escuchará nuestro fluir divino.
Caballo volador, rauda centella.
Jinete por el cielo solferino. | es |
Acuña,Manuel | <XXI | Un_Sueño | ¿Quieres oír un sueño?...
Pues anoche
vi la brisa fugaz de la espesura
que al rozar con el broche
de un lirio que se alzaba en la pradera
grabó sobre él un «beso»,
perdiéndose después rauda y ligera
de la enramada entre el follaje espeso.
Este es mi sueño todo,
y si entenderlo quieres, niña bella,
une tus labios en los labios míos,
y sabrás quién es «él», y quién
es «ella». | es |
Trindade,Raúl | XXI | Cuando_Cantaba_Janis_Joplin | Cuando cantaba Janis Joplin,
Explotaban cristales o llovían crisantemos?
La tarde que murió Jim Morrison,
Salieron las estrellas?
Porqué se llama heroína
La culpable de tantas muertes?
Será la sobredosis un puente
a la vida continua?
Mejor no averiguarlo, que
morirse con las ganas? | es |
Núñez_de_Arce,Gaspar | <XXI | Velut_Umbra | ¡Oh incesante desvarío
del hombre! ¡Oh mentida gloria,
tan fugaz y transitoria
como las ondas de un río!
El tiempo impasible y frío
va empujando tu memoria,
que brilla un punto en la Historia
y se pierde en el vacío.
¡Cuánto César ya olvidado!
¡Cuánta vieja desventura,
que ni aun recuerda la gente,
habrá visto, habrá alumbrado
ese sol, desde la altura
en que gira indiferente!
A medida que hacia el puerto
va marchando del olvido,
aparece cuanto ha sido
de espesas brumas cubierto.
Ese polvo, árido y yerto,
ha pensado y ha sentido:
es el despojo perdido
de la humanidad que ha muerto.
De esos átomos sin nombre,
¿quién el misterio adivina?
¿quién a descifrarlo alcanza?
Tan lóbrego es para el hombre
lo pasado que declina,
cual lo porvenir que avanza.
¿Dónde está la oculta fuente
del hondo raudal humano?
¿A qué incógnito Oceano
va a parar esa corriente?
Principio y fin, velozmente
se buscan y dan la mano;
y en el germen bulle el grano,
y en el grano la simiente.
La flor que arrebata el viento,
préstale al campo marchito
nuevo jugo y nueva vida;
mas ¿quién en el movimiento
del génesis infinito,
recuerda la flor caída?
¡Vanidad de vanidades!
En nuestras horas inciertas,
sobre las ciudades muertas
álzanse nuevas ciudades.
En ignotas soledades,
en regiones, hoy desiertas,
yacen de polvo cubiertas
las glorias de otras edades.
Cae en mortal cautiverio
cuanto el alma, inquieta y muda,
busca y ama, anhela y nombra.
Nuestra vida en el misterio,
nuestro destino en la duda,
nuestro término en la sombra. | es |
Hernández,Miguel | <XXI | ¿Qué_Pasa? | ¿Qué pasa?
Rencor por tu mundo,
amor por mi casa.
¿Qué suena?
El tiro en tu monte,
y el beso en mis eras.
¿Qué viene?
Para ti una sola,
para mí dos muertes. | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | Fría_Y_Tormentosa_La_Noche_Que_Zarpé_De_Montevideo | Fría y tormentosa la noche que zarpé de Montevideo.
Al doblar el Cerro,
tiré desde la cubierta más alta
una moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,
una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.
Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,
de agregar a la historia del planeta
dos series incesantes, paralelas, quizá infinitas:
mi destino, hecho de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,
y el de aquel disco de metal
que las aguas darían al blando abismo
o a los remotos mares que aún roen
despojos del sajón y del fenicio.
A cada instante de mi sueño o de mi vigilia
corresponde otro de la ciega moneda.
A veces he sentido remordimiento
y otras envidia,
de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
y que no lo sabes. | es |
Flórez,Julio | <XXI | ¡Oh,_Tú,_La_Más_Hermosa_De_Todas_Las_Mujeres! | ¡Oh, tú, la más hermosa de todas las mujeres!
Tú, que clavaste tantos agudos alfileres
en esta mariposa que llaman corazón.
En esta mariposa que destrozaste, y luego
pedazo por pedazo la fuiste echando al fuego
candente de tu loca y efímera pasión.
Recoge las cenizas de sus dolientes alas,
devuélvele sus brillos, devuélvele sus galas,
devuélvele la vida... y enséñala a volar.
Y mátala mil veces, si así lo necesitas,
con tal que le vuelvas la vida que le quitas
en tantas veces cuantas la acabes de matar.
Sabiendo tus perfidias y extraños devaneos,
aquella mariposa ceñida a tus deseos
irá a donde tú vayas... sin miedo de morir:
porque sabrá ya entonces que aunque la despedaces,
recobrará la vida, tras términos fugaces,
con verte un solo instante llorar o sonreír. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Tu_Mano_Fue_Volando_De_Mis_Ojos_Al_Día | Tu mano fue volando de mis ojos al día.
Entró la luz como un rosal abierto.
Arena y cielo palpitaban como una
culminante colmena cortada en las turquesas.
Tu mano tocó sílabas que tintineaban, copas,
alcuzas con aceites amarillos,
corolas, manantiales y, sobre todo, amor,
amor: tu mano pura preservó las cucharas.
La tarde fue. La noche deslizó sigilosa
sobre el sueño del hombre su cápsula celeste.
Un triste olor salvaje soltó la madreselva.
Y tu mano volvió de su vuelo volando
a cerrar su plumaje que yo creí perdido
sobre mis ojos devorados por la sombra.
Tu mano tocó sílabas que tintineaban, copas,
alcuzas con aceites amarillos,
corolas, manantiales y, sobre todo, amor,
amor: tu mano pura preservó las cucharas.
La tarde fue. La noche deslizó sigilosa
sobre el sueño del hombre su cápsula celeste.
Un triste olor salvaje soltó la madreselva.
Y tu mano volvió de su vuelo volando
a cerrar su plumaje que yo creí perdido
sobre mis ojos devorados por la sombra.
La tarde fue. La noche deslizó sigilosa
sobre el sueño del hombre su cápsula celeste.
Un triste olor salvaje soltó la madreselva.
Y tu mano volvió de su vuelo volando
a cerrar su plumaje que yo creí perdido
sobre mis ojos devorados por la sombra.
Y tu mano volvió de su vuelo volando
a cerrar su plumaje que yo creí perdido
sobre mis ojos devorados por la sombra. | es |
Cabral,Manuel_del | <XXI | Todos_Te_Buscan_Para_Sacarle_Trapos_A_Tu_Lápiz | Todos te buscan para sacarle trapos a tu lápiz.
Todos creen que la angustia cabe en una moneda.
Todos creen que el placer es del tamaño de un insulto.
Nadie comprende, sólo tú sabes
que la mirada de un perro
está más cerca del cielo que una iglesia.
Sólo tú sabes
que quien escribe un verso está lavando la tierra.
Sólo tú sabes que a ciertas horas uniformadas
hay que buscar el aire que se va con los muertos.
Por eso tu casa no tiene puertas ni ventanas ni paredes,
porque tú, no tu cuerpo, no tu grito con sueldo,
lo mismo que la letra que decide ser gente,
entra por todas partes como un pan invisible
repartido, pulverizadamente unido. Y es que no puedes,
no puedes estar solo: eres la muchedumbre;
el que toque tu cuerpo, está tocando el mundo;
cuando te besa tu mujer, besa todas las distancias,
besa todos los mares en una gota de tus párpados;
por eso cuando el odio se hace venda en tu llaga,
está curando un ejército. Por eso cuando te ofenden,
ofenden toda la tierra. Pero a pesar de todo, tú, lo mismo
que un obrero cualquiera, llegas fatigado a tu casa,
dejas vacíos tus zapatos, tu destino en la alcoba;
tú vienes de tu oficio, vienes de juntar palabras,
de juntar geografías, vienes de juntar horizontes,
de ponerle conciencia al plomo ardiendo.
Pero ya estás dormido... y a largo plazo...
El cuerpo que te alquilaron lo has devuelto.
Sin embargo,
oigo la linotipia. Tus dedos suben desde la tierra.
Pueblan la tierra. Mueven la rotativa.
Es que ya sin reloj, llegaste más temprano y más desnudo. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Pregunta_Xxxiv | Con las virtudes que olvidé
me puedo hacer un traje nuevo?
Por qué los ríos mejores
se fueron a correr en Francia?
Por qué no amanece en Bolivia
desde la noche de Guevara?
Y busca allí a los asesinos
su corazón asesinado?
Tienen primero gusto a lágrimas
las uvas negras del desierto? | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Volvía_Yo_Con_Las_Nubes_Que_Entraban_Bajos_Rosales | Volvía yo con las nubes que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda) entre los troncos constantes.
La soledad era eterna, el silencio era eternante.
Me detuve como un árbol, y oí hablar a los árboles.
El pájaro solo huía de tan secreto paraje;
sólo yo podía estar entre las rosas finales.
Yo no quería volver en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto a los árboles iguales.
Los árboles se olvidaron de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada, oía hablar a los árboles.
Me retardé hasta la estrella. En vuelo de luz suave,
fui saliéndome a la linde, con la luna ya en el aire.
Cuando yo ya me salía, vi a los árboles mirarme.
Se daban cuenta de todo, y me apenaba dejarles.
Y yo los oía hablar, entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí. ¿Y cómo
desengañarles?
¿Cómo decirles que no, que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí? No quería traicionarles.
Y ya muy tarde, ayer tarde, oí hablarme a los árboles. | es |
Othón,Manuel_José | <XXI | ¡Santa_Naturaleza,_Madre_Mía! | Adiós al poeta
¡Santa Naturaleza, madre mía!,
me has cobijado en tu regazo inmenso
y disipaste con tu soplo intenso
la nube del dolor que me envolvía.
Mas ¡ay! vuelve la vida ingrata y fría,
mi sueño celestial quedó suspenso...
Ya alza la tierra su divino incienso
y en su carro triunfal asoma el día.
Poeta: es fuerza abandonar el monte.
Bajemos, pues ya al ras del horizonte,
Venus agonizante parpadea;
tú al teatro, a la clínica, al Senado;
yo a vegetar tranquilo y olvidado
en el rincón oscuro de mi aldea. | es |
Chumacero,Alí | <XXI | Losa_Del_Desconocido | Cuando hayas terminado, mira este muro ardiente
donde la bestia cumple su reposo.
Nada el azar evoca. Lejanías
de olas invisibles, lenta
serpiente antes del pecado o hermosas ruinas
en fábulas al verde despeñadas
semejan ecos de mujer
que confundía el gozo con la reproducción.
Pasa el desconocido. Como viento
de infamia los recuerdos sitian
su ávido esperar la aparición: relámpago
en la arena al naufragio parecido,
espuma a término llegada
bajo ira, rumor, bostezo, ociosidad.
Otros han de morir. Desde la puerta,
quieto en el sitio del pasado,
contemplo los placeres en patria sin espigas:
vacío luego que se dice adiós,
urna de oscuridad adonde
amores no recurren ni odios se proclaman.
El huracán cesó y en torno de la estrella
recuerda en mí la soledad su nombre. | es |
Bolaño,Roberto | <XXI | Buenas_Noches_Córnea_Buenas_Noches | Buenas noches córnea buenas noches
uñas negras buenas noches muñecas
buenas noches cuello mordido buenas
noches ano buenas noches nariz roja
de frío buenas noches estómago peludo
buenas noches líneas de la mano
buenas noches rodillas buenas noches
mandalas ocultos buenas noches verga
buenas noches hombros huesudos buenas
noches ombligo perfecto buenas noches
dientes buenas noches lóbulos
buenas noches fuego oblicuo de la
cintura buenas noches nu(n)ca. | es |
Coronado,Carolina | <XXI | Nada_Resta_De_Ti..._Te_Hundió_El_Abismo | Nada resta de ti... te hundió el abismo...
te tragaron los monstruos de los mares.—
No quedan en los fúnebres lugares
ni los huesos siquiera de ti mismo.
Fácil de comprender, amante Alberto,
es que perdieras en el mar la vida,
mas no comprende el alma dolorida
como yo vivo cuando tú ya has muerto.
¡¡Darnos la vida a mí y a ti la muerte;
darnos a ti la paz y a mí la guerra,
dejarte a ti en el mar y a mí en la tierra
es la maldad más grande de la suerte!!... | es |
Benítez_Reyes,Felipe | <XXI | Las_Ciudades_Sin_Ti_No_Las_Recuerdo | Las ciudades sin ti no las recuerdo
Son las flores cerradas del mundo
Las ciudades sin ti no tienen nombre
Las ciudades sin ti no las recuerdo
La noche solitaria que parece
Tan sólo una tiniebla vagabunda
La noche en que no estás tiembla mi noche
Si el vacío me mira con tus ojos
Vale más el vacío que la vida
Si me mira el vacío con tus ojos
La noche en soledad corrompe sueños
La noche en que no estás tiembla mi noche | es |
Al_Haded,Alí | XXI | El_Segmento_Lapidario | Disparada en el eje cartesiano,
donde nacen y mueren los conjuntos,
una recta, acotada entre dos puntos,
debate su existencia sobre el plano.
Sobre la abscisa el gran Dios soberano
¡principio y fin de los todos los asuntos!
va mostrando a sus pares ya difuntos
cuánto universo cabe en cada mano.
Y atribulado, el hombre, de tamaña
demostración de fuerza, se despierta
entre la duda, el eje y su legaña.
¡El segmento es apenas un alerta
que lapidariamente nos araña
y nos anuncia donde está la puerta!
Sobre la abscisa el gran Dios soberano
¡principio y fin de los todos los asuntos!
va mostrando a sus pares ya difuntos
cuánto universo cabe en cada mano.
Y atribulado, el hombre, de tamaña
demostración de fuerza, se despierta
entre la duda, el eje y su legaña.
¡El segmento es apenas un alerta
que lapidariamente nos araña
y nos anuncia donde está la puerta!
Y atribulado, el hombre, de tamaña
demostración de fuerza, se despierta
entre la duda, el eje y su legaña.
¡El segmento es apenas un alerta
que lapidariamente nos araña
y nos anuncia donde está la puerta!
¡El segmento es apenas un alerta
que lapidariamente nos araña
y nos anuncia donde está la puerta! | es |
Eguren,José_María | <XXI | Y_Las_Rubias_Vírgenes_Muertas | Y las rubias vírgenes muertas,
del castillo ducal no lejos
y de las brumas en el fondo,
vertían sus celestes lágrimas.
Y con sus nacaradas manos,
en los musgos y setos buscan
las purpúreas florecillas,
y sollozan inconsolables.
Y modulando van sus sueños
los días de oro recuerdan,
y sus lindos ojos enluta
desolada visión de muerte.
Las beldades caminan dulces
sobre los marchitados musgos,
y florecillas de oro buscan
vertiendo sus celestes lágrimas. | es |
Gorostiza,José | <XXI | Preludio | Esa palabra que jamás asoma
a tu idioma cantado de preguntas,
esa, desfalleciente,
que se hiela en el aire de tu voz,
sí, como una respiración de flautas
contra un aire de vidrio evaporada,
¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
en esta exangüe bruma de magnolias,
en esta nimia floración de vaho
que —ensombrecido en luz el ojo agónico
y a funestos pestillos
anclado el tenue ruido de las alas—
guarda un ángel de sueño en la ventana.
¡Qué muros de cristal, amor, qué muros!
Ay ¿para qué silencios de agua?
Esa palabra, sí, esa palabra
que se coagula en la garganta
como un grito de ámbar
¡Mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
Mira que, noche a noche, decantada
en el filtro de un áspero silencio,
quedóse a tanto enmudecer desnuda,
hiriente e inequívoca
—así en la entraña de un reloj la muerte,
así la claridad en una cifra—
para gestar este lenguaje nuestro,
inaudible,
que se abre al tacto insomne
en la arena, en el pájaro, en la nube,
cuando negro de oráculos retruena
el panorama de la profecía.
¿Quién, si ella no,
pudo fraguar este universo insigne
que nace como un héroe en tu boca?
¡Mírala, ay, tócala,
mírala ahora,
incendiada en un eco de nenúfares!
¿No aquí su angustia asume la inocencia
de una hueca retórica de lianas?
Aquí, entre líquenes de orfebrería
que arrancan de minúsculos canales
¿no echó a tañer al aire
sus cándidas mariposas de escarcha?
Qué, en lugar de esa fe que la consume
hasta la transparencia del destino
¿no aquí —escapada al dardo
tenaz de la estatura—
se remonta insensata una palmera
para estallar en su ficción de cielo,
maestra en fuegos no,
mas en puros deleites de artificio?
Esa palabra, sí, esa palabra,
esa, desfalleciente,
que se ahoga en el humo de una sombra,
esa que gira —como un soplo— cauta
sobre bisagras de secreta lama,
esa en que el aura de la voz se astilla,
desalentada,
como si rebotara
en una bella úlcera de plata,
esa que baña sus vocales ácidas
en la espuma de las palomas sacrificadas,
esa que se congela hasta la fiebre
cuando no, ensimismada, se calcina
en la brusca intemperie de una lágrima,
¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
¡mírala, ausente toda de palabra,
sin voz, sin eco, sin idioma, exacta,
mírala cómo traza
en muros de cristal amores de agua! | es |
Vallejo,César | <XXI | Esperaos._Ya_Os_Voy_A_Narrar | Esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.
¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?
Nadie hace falta! Muy bien.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?
Nadie hace falta! Muy bien.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
Nadie hace falta! Muy bien.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.
Acrisis. Tilia, acuéstate. | es |
Gómez_Restrepo,Antonio | <XXI | Solo_Queda_Un_Escombro_En_La_Colina | Solo queda un escombro en la colina
del árabe palacio del ensueño;
si volviera Boabdil, su antiguo dueño,
juzgara igual a su aflicción tu ruina.
La dulce primavera granadina
no pierde en cambio su verdor risueño:
saltan las fuentes, convidando al sueño,
y flota olor de musgo y de resina.
En este aislado mirador gracioso
¡quién pudiera pasar hora tras hora
en la belleza y el amor soñando,
sin que turbe el letárgico reposo
otra voz, que la nota gemidora
con que se estrena el ruiseñor cantando! | es |
Flores,Manuel_María | <XXI | Tarde_Serena | Esta vida ¿es don del cielo
que debemos bendecir?
¿o venimos a este suelo
para llorar y morir?
¡Don del cielo! ¿Por qué no?
Alzo mi frente y contemplo
que el universo, es un templo
que el Creador se levantó.
¡Es tan azul el espacio,
el aire tan transparente,
lleva la tarde en su frente
tantas gasas de topacio!
El horizonte dilata
su franja azul a lo lejos,
azul como los espejos
del golfo que lo retrata.
Blancos penachos de espuma
agita la mar sonora,
y la onda se tuerce y llora
bajo su manto de bruma.
Allá por el valle umbrío,
como una cinta de acero,
pasa ligero, ligero,
sonando, apenas, el río..
Y llevando en el cristal
escamado de sus olas
las deshojadas corolas
de las flores del juncal.
Todo en el bosque es aromas,
todo solemnes murmullos,
y músicas y arrullos
de brisas y de palomas.
Y se va apagando, el día,
y va suspirando el viento,
y se llena el pensamiento
con la imagen de María.
¡Qué dicha la de sentir
dulce, profunda, secreta,
una pasión de poeta
imposible de decir!
Pasión a un tiempo nacida
al cambiar una mirada,
como ninguna sentida,
como ninguna premiada.
¡Qué dicha la de soñar
en este mísero suelo
con una virgen del cielo
y junto a ella despertar!
Y en voluptuoso sopor,
en su regazo, adormido,
oír el suave latido
que está murmurando Amor.
¡Amor! Palabra divina.
Parece que de improviso
al pronunciarla nos abre
sus puertas el Paraíso,
si quien la sueña delira,
si quien la balbuce canta,
si quien la dice levanta
una nota que suspira
con música más suave
que el sonido de la lira
o que los trinos del ave.
Hay en ella sentimiento,
hay en ella, bendición,
no se que vago acento
de tristeza y de pasión,
que hace vibrar conmovidas
las fibras más escondidas
del ardiente corazón.
La vida, esta rapidez
que nos arrastra en la tierra,
este minuto que encierra
niñez, juventud, vejez:
¿cómo puede ser bastante
a la expansión infinita
que para su amor gigante
el corazón necesita?
¡Qué...! ¿Lo eterno en un instante?
¿Lo inmenso en lo que es pequeño?
¿En la muerte lo inmortal?
¿La realidad en un sueño?
¿El cielo en lo terrenal?
¡Oh! yo quisiera, quisiera
que en la espuma de las olas,
que en la ráfaga ligera
del olor de las corolas,
que en las alas de la nube,
que en las del cóndor sereno
que cerca los astros sube,
que en las del rápido trueno
se perdiera el alma mía...
para sentir la grandeza
de embriagarme en la poesía
de la gran Naturaleza;
y así, como en un abrazo
ideal, sublime y bendito,
abarcar la creación
en el amor infinito
que llevo en mi corazón. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | No_Llegué_A_Tiempo | Mi hermano Luis
me besaba dudando
en los andenes de las estaciones.
Me esperaba siempre
o me acompañaba para despedirme.
Y ahora,
cuando se me ha marchado no sé adonde,
no llegué a tiempo,
no había nadie.
Ni siquiera el eco más remoto,
ni siquiera una sombra,
ni mi reflejo sobre las blancas nubes.
Este cielo es demasiado grande.
¿Dónde estarán los hijos de mi hermano?
¿Por qué no están aquí?
Yo iría con ellos
entre cosas reales.
Tal vez pudieran darme su retrato.
Yo no quiero que estén en una alcoba
con trajes negros.
Mejor será que corran junto al río,
que corran entre flores sin mirarlas,
que nunca se detengan
como yo estoy, parado
tan al borde del mar y de la muerte. | es |
Coronado,Carolina | <XXI | La_Desgracia_De_Ser_Hijos_De_España | Esta serenidad de la campiña,
la virginal vegetación del suelo
que a nuestros ojos representa niña
la vieja tierra; el canto, el manso vuelo
del bando de aves que hacia aquí se apiña:
la vaca dando leche al tierno hijuelo
en medio el monte solo y sosegado
¿habéis en este mayo contemplado?
Y de ese monte en la tranquila falda,
sentado sobre el tronco de la encina,
admirando el azul, la rica gualda
del cielo, el orden con que el sol camina:
de aquella sociedad que a nuestra espalda
dejamos tan ruin y tan mezquina,
¿no os parece el recuerdo en este instante
más cruel, más agudo, más punzante?
El filósofo, amigos, nos engaña
cuando nos da del campo la armonía,
la paz y sencillez de la cabaña,
del bosque la risueña lozanía
para alegrarnos; ¡ay! no los de España
que comemos el pan de cada día
más amargo que hiel; dulzura hallamos
en las campiñas ya: ¡tarde acordamos!
Si fuera antes de ver caliente y tinta
la requemada sangre del soldado
correr a nuestros pies... la suave cinta
del gracioso arroyuelo plateado
que entre las flores de variado pinta,
juego bullendo en el lujoso prado,
nos pareciera alegre como un día
a los hijos de Arcadia parecía.
Pero se avienen mal desdichas graves
con la benigna paz de los oteros,
con los trinos gozosos de las aves
y el humilde balar de los corderos:
cuanto son estas horas más suaves,
más duros son nuestros pesares fieros,
dándonos por contraste aquí en la tierra
la ajena paz con nuestra propia guerra.
Porque en el campo ya plantas extrañas,
desde que allá a jardín nos trasplantamos,
para insectos, reptiles y alimañas
el campestre placer abandonamos;
las inseguras débiles arañas
andan mejor que por la selva andamos,
y es más rica y feliz la baja hormiga
que logra un agujero y una espiga.
¡Cuánta envidia nos dan! ¡Cómo hace alarde
hasta el negro moscón que rasga el viento
de aquella libertad, que esta cobarde
generación no logra! ¡Qué sediento
nos queda el corazón cuando en la tarde
después de contemplar el movimiento
de esa naturaleza satisfecha,
su parte de placer de menos echa!
Parece que los vivos colorines
que a los nidos retornan gorjeando,
de nuestras artes, ciencias y festines,
cuando al pasar nos ven, se van mofando;
¿no sentís en el rostro los carmines
del rubor asomar, tristes pensando
que con tanto saber el hombre sabe
pues no se hace feliz menos que el ave?
¿Qué hemos de hacer sino sentir tristeza
hasta en medio del mundo campesino
que nos brinda tan sólo su belleza
para agravar aún más nuestro destino?
En vano el monte muestra su grandeza
y sus alas desplega el blanco espino;
murmura el río, las alondras cantan
y los cielos y tierra se abrillantan.
Nosotros no venimos al riachuelo
para admirar su pez ni ver su espuma,
ni divertimos espantando el vuelo
del pajarillo de graciosa pluma;
poco sabe de penas ¡vive el cielo!
quien tal de nuestro espíritu presuma,
y vano corazón tendrá el menguado
que tan contento viva y descuidado.
No; no venimos a esparcir al viento
el ánima doliente en nuestros días;
no venimos en busca de contento
ni tampoco a dejar melancolías:
venimos, pues no entienden nuestro acento
las duras rocas, las encinas frías,
venimos a esconder en la montaña
la desgracia de ser hijos de España. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Pasó_Un_Ángel,_Dice_El_Ángel | Pasó un ángel, dice el ángel,
sin ver su sombra propia en el instante
y sin percibir el anhelo
que dejan sus palabras en nosotros:
hombres de carne y hueso,
mirándolo desde el otro lado de la ventana,
borrachos de amor y muerte. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Oír_Llover_No_Más,_Sentirme_Vivo | Oír llover no más, sentirme vivo;
el universo convertido en bruma
y encima mi conciencia como espuma
en que el pausado gotear recibo.
Muerto en mí todo lo que sea activo,
mientras toda visión la lluvia esfuma,
y allá abajo la sima en que se suma
de la clepsidra el agua; y el archivo
de mi memoria, de recuerdos mudo;
el ánimo saciado en puro inerte;
sin lanza, y por lo tanto sin escudo,
a merced de los vientos de la suerte;
este vivir, que es el vivir desnudo,
¿no es acaso la vida de la muerte? | es |
Ory,Carlos_Edmundo_de | <XXI | Oda_Del_Dolor | Cuando estos labios míos pegados a la luna
dejen ya de ser poma voz de arena y misterio
bailaré como un ángel sabe solo bailar
¿Qué hago aquí tanto tiempo? Gran deshollinador
Sobre esta luz dorada del día que lamento
¿A quién debo ofrecer el manto de mis llantos?
¿A quién la lamedura que me lacra la voz?
Dolor cuando tú pisas los párpados del hombre
Extraño corazón con una espada en medio
Nadie sabe decir por qué vuelan los pájaros
muy por encima de nuestra frente mortal
Alguien puede mirarme Yo le enseño mis dedos
Diez dedos ¿por qué diez? Manos son dos
Una escribe una carta a un niño triste
La otra mano espera siempre espera
El pecho que respira y sangra es
el futuro tambor del topo abajo
¿Qué hago yo aquí más tiempo me pregunto
borracho de salud y borracho de muerte? | es |
Plaza_Llamas,Antonio | <XXI | Mariquita_Siempre-Viva | Mariquita Siempre-viva
una noche resbaló;
y aunque cayó boca arriba
el vientre se le inflamó.
El marido de Violante
no estudia: pero es pasante.
La doncella Vasconcelos
murió llena de dolor
alumbrando dos gemelos...
era doncella de honor.
Se casó don Celedonio
y todo es para él ganancia,
porque halló en el matrimonio
el cuerno de la abundancia.
Isabelita Meneses,
siendo tan pobre y tan bella,
al cielo se fue doncella
y murió de quince meses.
Ya no cura el Doctor Lario:
¡éste si es humanitario!
El empleado Govantes
aquí reposa como antes.
Doña Manuelita Ocio
un pleito tiene enredado;
pero no encuentra abogado
que le agite su negocio.
El marido de Tomasa
vio un cuerno, y sin dilación
cargó con él a su casa
para tener refacción.
El brujo Mariano Uceda,
aunque no tiene cuartilla,
se atreve a hacerle la rueda
a una muchacha riquilla. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | Enamorarse_Es_Una_Enfermedad_De_Dioses | Enamorarse es una enfermedad de dioses.
Pierdes la chaveta
cambias la chaqueta.
Sufres y gozas sin razonar,
enamorarse es una barbaridad. | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Tengo_Pintadas_De_Un_Verde | Tengo pintadas de un verde
gemelo de las tuneras
la finca de mis amores
mis barcas candelarieras.
Con ellas salgo a pescar
cuando asoman las estrellas;
cho Juan gobierna la mía,
yo llevo la de mi suegra.
Pero esta noche la mar
tiene muy mala madera;
se ha puesto toro y no hay muro
de lluvia que la detenga,
tajamar que la domine
ni timones que la entiendan.
Esta noche no podrán
ir a ganarme las perras.
Son de talantes esquivos
varadas en la ribera
e íntimamente cordiales
si las espumas las besan.
Y qué gusto da mirarlas
por esas mares afuera
como dos buenas muchachas
columpiando las caderas.
Pero este dichoso sur
se está comiendo una breva
aunque las sardinas campen
como si nada ocurriera.
Y no veré sus gorgoras
ni empuñaré la jareta.
Las sardinas son muy suyas
y van formando una pella,
sólo si huelen toninas
se desparraman y riegan.
Desde que tengo razón
son las sardinas mis perlas,
mis relámpagos del gozo,
mis hierbas de curandera,
mis higos chumbos del mar,
mis cheques de Venezuela.
En torno de sus puñales
mi noche está dando vueltas.
Las quiero como a mí mismo,
son los frutos de mi hacienda.
Por los planchados azules
quedan a la descubierta
los almidonados fuegos
que burilan las candelas.
Y viéndolas se me van
las angustias que me arenan,
ardiendo en sus argentíes
la obra muerta de mis penas
Esta noche no será:
ni agenciaré mi molienda,
ni podré pegar un ojo,
ni dar fondo a la tristeza,
que yo me la paso en blanco
cuando se pone tan negra.
Si siguen así las cosas
la virgen me favorezca,
que si todo viene a pelo
soplando el viento a derechas,
me basto solo y me sobro
con mis brazos y mis piernas.
cho
gorgoras
jareta
argentíes | es |
Prados,Emilio | <XXI | Tan_Chico_El_Almoraduj | Tan chico el almoraduj
y... ¡cómo huele!
Tan chico.
De noche, bajo el lucero,
tan chico el almoraduj
y, ¡cómo huele!
Y... cuando en la tarde llueve,
¡cómo huele!
Y cuando levanta el sol,
tan chico el almoraduj
¡cómo huele!
Y, ahora, que del sueño vivo
¡cómo huele,
tan chico, el almoraduj!
¡Cómo duele!...
tan chico el almoraduj
Tan chico. | es |
Fernández_Moreno,Baldomero | <XXI | Es_Menester_Que_Vengas | Es menester que vengas,
mi vida, con tu ausencia, se ha deshecho,
y torno a ser el hombre abandonado
que antaño fui, mujer, y tengo miedo.
¡Qué sabia dirección la de tus manos!
¡Qué alta luz la de tus ojos negros!
Trabajar a tu lado, ¡qué alegría!;
descansar a tu lado, ¡qué sosiego!
Desde que tú no estás no sé cómo andan
las horas de comer y las del sueño,
siempre de mal humor y fatigado,
ni abro los libros ya, ni escribo versos.
Algunas estrofillas se me ocurren
e indiferente, al aire las entrego.
Nadie cambia mi pluma si está vieja
ni pone tinta fresca en el tintero,
un polvillo sutil cubre los muebles
y el agua se ha podrido en los floreros.
No tienen para mí ningún encanto
a no ser los marchitos del recuerdo,
los amables rincones de la casa,
y ni salgo al jardín, ni voy al huerto.
Y eso que una violenta Primavera
ha encendido las rosas en los cercos
y ha puesto tantas hojas en los árboles
que encontrarías el jardín pequeño.
Hay lilas de suavísimos matices
y pensamientos de hondo terciopelo,
pero yo paso al lado de las flores
caída la cabeza sobre el pecho,
que hasta las flores me parecen ásperas
acostumbrado a acariciar tu cuerpo.
Me consumo de amor inútilmente
en el antiguo, torneado lecho,
en vano estiro mis delgados brazos,
tan sólo estrujo sombras en mis dedos...
Es menester que vengas;
mi vida, con tu ausencia, se ha deshecho.
Ya sabes que sin ti no valgo nada,
que soy como una viña por el suelo,
¡álzame dulcemente con tus manos
y brillarán al sol racimos nuevos. | es |
López,Freddy | XXI | Vuelo | «El inventor de la bala¿Qué perseguía?».
Más triste no puede haber un vuelo.
La madre recorriendo con la vista
el cuerpo sin vida de su pequeño
—"pequeño" a pesar de su edad y tamaño—
por consecuencia del aterrizaje.
(Es tan triste, que el vuelo acechante,
nauseabundo y perverso de las aves
de carroña, a su lado, son sólo
una mofa columbina.)
Despega de un cañón
y, sin curvaturas ni decisiones
se dirige, sulfúrico, a su fin,
—¿se concibe que haya uno?—
penetrando en un cráneo equivocado.
por consecuencia del aterrizaje.
(Es tan triste, que el vuelo acechante,
nauseabundo y perverso de las aves
de carroña, a su lado, son sólo
una mofa columbina.)
Despega de un cañón
y, sin curvaturas ni decisiones
se dirige, sulfúrico, a su fin,
—¿se concibe que haya uno?—
penetrando en un cráneo equivocado. | es |
Barba_Jacob,Porfirio | <XXI | Hay_Días_En_Que_Somos_Tan_Móviles,_Tan_Móviles | Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener! | es |
Fernández_Moreno,Baldomero | <XXI | Si_El_Destino_Te_Dio_Mujer_Virtuosa | Si el destino te dio mujer virtuosa,
hijos innumerables y lozanos,
piensa, mortal, que tienes en las manos
la parte de la vida más sabrosa.
Trabaja, vuelve a trabajar, reposa,
para ti será el sol de los veranos,
el dulce fuego en los inviernos canos,
el valle verde y la ribera rosa.
Gózate largamente en su presencia,
su picardía gusta o su inocencia,
mira que todo como nube pasa.
Juega con ellos de los leves talles...
No se encuentra la dicha por las calles:
si en algún lado está, será en tu casa. | es |
Benedetti,Mario | <XXI | De_Dónde_La_Memoria_Llega_Y_Se_Mira_Cual_Si_Buscara_Ahora | ¿De dónde la memoria
llega y se mira
cual si buscara ahora
la fe perdida?
no tiene escapatoria
tierra baldía
el pasado se forma
de tentativas
si acuden las congojas
a nuestra cita
allí donde se posan
quedan cautivas
ya no viene la aurora
como solía
alegre y remolona
puerta del día
guitarras candorosas
sirven de guía
y sus hebras son glorias
que desafinan
el mar pone gaviotas
en las orillas
y el horizonte monta
su lejanía
ya se fue la memoria
desfallecida
y quedamos a solas
con esta vida | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Ya_Sólo_Eres_Aquella | Ya sólo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez.
Yo sé que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Tú,_Fétida_Llanura,_No_Has_Podido | Tú, fétida llanura, no has podido
redimirte jamás. Célibe y tosca
semejas el jaguar cuando se embosca
para el asalto al cabañal dormido.
Yo pisé tu crueldad y estoy herido
por tu aguijón y tu agresiva mosca,
y te aguanto en la zarza que se enrosca
contra mi campamento dolorido.
Tengo tu sed y tu nocturna gala
y oigo los grandes gritos que me gritas,
y el golpe intenso y violador de un ala,
y miro, entre figuras inauditas,
que una serpiente fálica resbala
por esas intemperies infinitas. | es |
Aridjis,Homero | <XXI | Perro_Espectral | Lo vi venir corriendo por el aire
en respuesta a la voz que lo llamaba en vida.
Todo era luz en las praderas de la tarde.
Todo era ausencia en los cuerpos presentes en la calle.
Su pelambre amarillo estaba descolorido;
sus orejas negras, transparentes.
A mi lado ya no emitía los ruidos
con que celebraba mi retorno después de las separaciones,
ni corría de un lado a otro para festejarme.
Jadeó su afecto y me extendió la pata.
Yo atravesé su pecho con la mano,
yo acaricié su hocico inconsistente;
sus mandíbulas estaban desencajadas
y sus ojos abiertos ciegos.
No sé adónde se había ido desde aquella noche
en que lo dejé dormido a la puerta de mi cuarto
y al amanecer no lo encontré esperándome.
Venía de un lugar donde no hay comida
y para beber sólo hay luz oscura.
Como a una sombra nadie
lo había llamado por su nombre.
Rápidamente nos reconocimos.
Le puse la correa roja en el cuello
y con la pata impalpable abrió la puerta.
Era hora de su paseo y salimos a la calle.
Pero en la esquina, nos desvanecimos. | es |
Cañizal,Luis | <XXI | Cabo_Mayor_Y_Su_Confín_De_Nubes | Cabo Mayor y su confín de nubes
son una formulación mental.
Al otro lado sólo cabe el báratro,
el féretro,
la aljaba.
Muge su malhumor. Los cantiles de nubes
arrojan sobre el mar
fanegadas de sombras
anegadas de sombras:
envidiar la maldad. | es |
Peza,Juan_de_Dios | <XXI | Juan,_Aquel_Militar_De_Tres_Abriles | Juan, aquel militar de tres abriles,
Que con gorra y fusil sueña en ser hombre,
Y que ha sido en sus guerras infantiles
Un glorioso heredero de mi nombre;
Ayer, por tregua al belicoso juego,
Dejando en un rincón la espada quieta,
Tomó por voluntad, no a sangre y fuego,
Mi mesa de escribir y mi gaveta.
Allí guardo un laurel, y viene al caso
Repetir lo que saben mis testigos:
Esa corona de oropel y raso
La debo, no a la gloria, a mis amigos.
Con sus manos pequeñas y traviesas,
Desató el niño, de la verde guía,
El lazo tricolor en que hay impresas
Frases que él no descifra todavía.
Con la atención de un ser que se emociona
Miró las hojas con extraño gesto,
Y poniendo en mis manos la corona,
Me preguntó con intención: —«¿Qué es esto?»
—«Esto es —repuse— el lauro que promete
La gloria al genio que en su luz inunda...»
—«¿Y por qué lo tienes?»
—Por juguete,
Le respondió mi convicción profunda.
Viendo la forma oval, pronto el objeto
Descubre el niño, de la noble gala;
Se la ciñe, faltándome al respeto
Y hecho un héroe se aleja por la sala.
¡Qué hermosa dualidad! Gloria y cariño
Con su inocente acción enlazó ufano,
Pues con el lauro semejaba el niño
Un diminuto emperador romano.
Hasta creí que de su faz severa
Irradiaban celestes resplandores,
Y que anhelaba en su imperial litera
Ir al Circo a buscar los gladiadores.
Con su nuevo disfraz quedé asombrado
(No extrañéis en un padre estos asombros),
Y corrí por un trapo colorado
Que puse y extendí sobre sus hombros.
Mirélo así con cándido embeleso,
Me transformé en su esclavo humilde y rudo,
Y —«¡Ave César!— le dije, dame un beso,
¡Yo que muero de penas, te saludo!»
—«¿César?»— me preguntó lleno de susto
Y yo sintiendo que su amor me abrasa,
—«¡César!» —le respondí— «César Augusto
De mi honor, de mi honra y de mi casa»
Quitéle el manto, le volví la espada,
Recogí mi corona de poeta,
Y la guardé, deshecha y empolvada,
En el fondo sin luz de mi gaveta. | es |
Machado,Antonio | <XXI | El_Rojo_Sol_De_Un_Sueño_En_El_Oriente_Asoma | El rojo sol de un sueño en el Oriente asoma.
Luz en sueños. ¿No tiemblas, andante peregrino?
Pasado el llano verde, en la florida loma,
acaso está el cercano final de tu camino.
Tú no verás del trigo la espiga sazonada
y de macizas pomas cargado el manzanar,
ni de la vid rugosa la uva aurirrosada
ha de exprimir su alegre licor en tu lagar.
Cuando el primer aroma exhalen los jazmines
y cuando más palpiten las rosas del amor,
una mañana de oro que alumbre los jardines,
¿no huirá, como una nube dispersa, el sueño en flor?
Campo recién florido y verde, ¡quién pudiera soñar aún
largo tiempo en esas pequeñitas
corolas azuladas que manchan la pradera,
y en esas diminutas primeras margaritas! | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | El_Corazón_De_La_Tierra | El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.
La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.
La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas. | es |
Castro,Rosalía_de | <XXI | Prodigando_Sonrisas | Prodigando sonrisas
que aplausos demandaban,
apareció en la escena, alta la frente,
soberbia la mirada,
y sin ver ni pensar más que en sí misma,
entre la turba aduladora y mansa
que la aclamaba sol del universo,
como noche de horror pudo aclamarla,
pasó a mi lado y arrollarme quiso
con su triunfal carroza de oro y nácar.
Yo me aparté, y fijando mis pupilas
en las suyas airadas:
—¡Es la inmodestia! —al conocerla dije,
y sin enojo la volví la espalda.
Mas tú cree y espera, ¡alma dichosa!,
que al cabo ese es el sino
feliz de los que elige el desengaño
para llevar la palma del martirio. | es |
Burgos,Julia_de | <XXI | ¡Se_Unen_En_El_Espacio_Nuestras_Vidas | ¡Se unen en el espacio nuestras vidas
fugadas de sí mismas!
¡Tan leves nos sentimos
que el cochero del viento retarda su salida!
¡Mira sobre nosotros el recuerdo de un sueño,
y más allá la tenue respiración de un lirio;
mira cómo se escurren las pisadas del aire
por el perfume último de una rosa vacía!
¡Cómo acaban los ecos hacia atrás de sus voces!
¡Qué agilidad de pájaro mueve los horizontes
de pétalos volando!
¿Qué de ojos humanos buscándose
en la estrella?
¿Qué de sueños alados amándose en la sombra?
¿Qué de pies levantados tras una mariposa?
Este mundo es más suave que la Nada.
Y dicen que esto es Dios.
Entonces yo conozco a Dios.
Y lo conozco tanto que se me pierde dentro...
De aquí se ve el mar con olas nadando hasta la orilla,
y se oye la carita de un niño que juega
con alcanzar su imagen;
pero se ve y se oye con sentidos muy breves de raíces
(como que parten de lo eterno y hacia lo eterno van).
Hasta el poema rueda ahora sin palabras
desde mi voz
hacia tu alma...
¡Y pensar que allá, abajo nos espera la forma! | es |
Pérez_Asensio,Miguel_Ángel | XXI | Estoy_Marcado_Para_Siempre_Por_Mi_Origen_Humilde | Estoy marcado para siempre por mi origen humilde.
Un tatuaje que me cruza de lado a lado la memoria,
un cristal coloreado que tamiza la luz de los recuerdos
y me hace ver el tiempo de forma diferente que tú,
cuando te digo
que en la pequeña casa de mi pequeño barrio
no había agua corriente,
la luz era un juguete casi siempre sin pilas,
y por mi habitación, como de la familia,
paseaban los ratones.
Y tú dices que sí,
que también lo recuerdas.
El ratoncito Pérez
dejándote monedas debajo de la almohada.
La habitación regada de juguetes gastados.
Los soleados veranos pasados en la playa.
Y siguiendo con el hilo de la conversación,
te hablo del hambre,
rascándome con su pata famélica la puerta del estómago.
De las eternas colas para comprar el pan.
De un día sí , y el otro ya veremos,
cenando una sopita.
Y tu dices que sí,
que también lo recuerdas.
El pan recién horneado que os subía el portero.
Los deliciosos canapés que preparaba la muchacha.
Las tardes de compras eligiendo regalos.
Y siguiendo con el hilo de la conversación,
yo evoco, con nombres y señales,
a todos mis amigos jugando a las espadas,
corriendo al escondite, cambiándonos los cromos,
levantando las faldas,
descubriendo el azar con las tabas.
Y tu dices que sí,
Que también lo recuerdas.
Pero me miras sorprendido,
como si te asomaras al fondo del olvido,
y bajas en silencio la mirada.
Y siguiendo con el hilo de la conversación,
te hablo del hambre,
rascándome con su pata famélica la puerta del estómago.
De las eternas colas para comprar el pan.
De un día sí , y el otro ya veremos,
cenando una sopita.
Y tu dices que sí,
que también lo recuerdas.
El pan recién horneado que os subía el portero.
Los deliciosos canapés que preparaba la muchacha.
Las tardes de compras eligiendo regalos.
Y siguiendo con el hilo de la conversación,
yo evoco, con nombres y señales,
a todos mis amigos jugando a las espadas,
corriendo al escondite, cambiándonos los cromos,
levantando las faldas,
descubriendo el azar con las tabas.
Y tu dices que sí,
Que también lo recuerdas.
Pero me miras sorprendido,
como si te asomaras al fondo del olvido,
y bajas en silencio la mirada.
Y siguiendo con el hilo de la conversación,
yo evoco, con nombres y señales,
a todos mis amigos jugando a las espadas,
corriendo al escondite, cambiándonos los cromos,
levantando las faldas,
descubriendo el azar con las tabas.
Y tu dices que sí,
Que también lo recuerdas.
Pero me miras sorprendido,
como si te asomaras al fondo del olvido,
y bajas en silencio la mirada.
Pero me miras sorprendido,
como si te asomaras al fondo del olvido,
y bajas en silencio la mirada. | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | Fábula | Eco, perseguidora de Narciso,
ahora quieta, apretada,
sin voz ni sangre, mineral, se opone
a la dilatación de los sonidos.
Alta roca vestida con espejos
detrás de los cristales de su brillo,
negras paredes niegan a su alma
sendas conducidoras de lo externo.
Aislada, meditando, sin oídos,
en el silencio de su piel los vértices
de las luces y voces rechazadas.
Su pena tiene por lenguaje un río.
¿Qué no dirán sus aguas transparentes
hablando del amor que la devora?1
¿Qué pintura no harán de la belleza
de aquel que al contemplarse en tal murmullo
inmóvil desnudó su pensamiento?
¡Oh blanca flor sin carne en la ribera!
¿Cómo olvidar tu forma conseguiste?
¿Cómo pudiste derribar los muros
que guardaban tu alma inaccesible?
Ahora ya flor o puro pensamiento,
tu perfume, alma externa, se dilata
amorosa, engolfándose en el aire.
Esto quedó de ti, de tu hermosura.
Al verla reflejada en la corriente
supiste transformarla en poesía.
Esto quedó de ti. Y tu recuerdo,
dibujado en la entraña de una roca,
continua madre, manantial de un río. | es |
Huerta,Efraín | <XXI | Se_Mete_Piel_Adentro | Se mete piel adentro
como paloma ciega,
como ciega paloma
cielo adentro.
Mar adentro en la sangre,
adentro de la piel.
Perfumada marea,
veneno y sangre.
Aguja de cristal
en la boca salada.
Marea de piel y sangre,
marea de sal.
Vaso de amarga miel:
sueño dorado,
sueño adentro
de la cegada piel.
Entra a paso despacio,
dormida danza;
entra debajo un ala,
danza despacio.
Domina mi silencio
la voz del alba.
Domíname, doncella,
con tu silencio.
Tómame de la mano,
llévame adentro
de tu callada espuma,
ola en la mano.
Silencio adentro sueño
con lentas pieles,
con labios tan heridos
como mi sueño.
Voy vengo en la ola,
coral y ola,
canto canción de arena
sobre la ola.
Oh doncella de paz,
estatua de mi piel,
llévame de la mano
hacia tu paz.
Búscame piel adentro
anidado en tu axila,
búscame allí,
amor adentro.
Pues entras, fiel paloma,
pisando plumas
como desnuda nube,
nube o paloma.
Debo estar vivo, amor,
para saberte toda,
para beberte toda
en un vaso de amor.
Alerta estoy, doncella
del alba; alerta
al sonoro cristal
de tu origen, doncella. | es |
Castellanos,Rosario | <XXI | Linaje | Hay cierta raza de hombres
(ahora ya conozco a mis hermanos)
que llevan en el pecho como un agua desnuda temblando.
Que tienen manos torpes
y todo se les quiebra entre las manos;
que no quieren mirar para no herir
y levantan sus actos
como una estatua de ángel amoroso
y repentinamente degollado.
Raza de la ternura funesta, de Abel
resucitado. | es |
Álvarez_Bürger,Antonio | XXI | Poesía_Amarga | La tarde, espantosamente fría,
y se me viene este atragantamiento
de impresiones y de burdas sospechas.
Heme aquí aherrojando en pedazos
la poesía amarga
encerrado en el estupor impúdico,
sórdido,
porque me llega todo de golpe
como embestidas a mansalva
de risa y de llanto.
En el centro de mi boca
el pan agrio
de la mañana traicionera,
y enfrente de mis ojos
la imagen perpetua del Dios tuyo y del mío.
La noche espantosamente fría,
y se me viene este irrefragable deseo
de soñar con otro día. | es |
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Rebelde | Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
Y bajo tus miradas de siniestro patriarca
Las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,
Yo iré como una alondra cantando por el río
Y llevaré a tu barca mi perfume salvaje,
E irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
Como una azul linterna que alumbrara en el viaje.
Por más que tú no quieras, por más guiños siniestros
Que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo.
Y extenuada de sombra, de valor y de frío,
Cuando quieras dejarme a la orilla del río
Me bajarán tus brazos cual conquista de vándalo. | es |
Winter,Frank | XXI | Luz_Masón_En_La_Tumba_(Ésta_Es_Una_Canción_Difusa) | Ataúd cerrado y ella por siempre
atada a la eternidad.
Recien enterrada
bajo tierra húmeda y con la carne podrida
recordando lo que hasta hace unos días,
ella y otros llamaban su vida
Decae.
Maa-ma. Maa-ma.
Y mamá corrió a decirle a papá
que yo sabía decir mamá.
A quién quieres más, ¿a mamá o a papá?
¿Qué responderle?
Su cuerpo es un batallón de gusanos
cada cual más voraz.
La piel se desprende.
Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida.
Decae
¡Qué bonito me queda el vestido!
Y es que morena
de azul llena
El colegio empieza y la señorita me
dice: Luz Masón! Sí, diga.
No se dice haiga
sino haya.
Ah, ya, señorita.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Decae.
Maa-ma. Maa-ma.
Y mamá corrió a decirle a papá
que yo sabía decir mamá.
A quién quieres más, ¿a mamá o a papá?
¿Qué responderle?
Su cuerpo es un batallón de gusanos
cada cual más voraz.
La piel se desprende.
Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida.
Decae
¡Qué bonito me queda el vestido!
Y es que morena
de azul llena
El colegio empieza y la señorita me
dice: Luz Masón! Sí, diga.
No se dice haiga
sino haya.
Ah, ya, señorita.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Maa-ma. Maa-ma.
Y mamá corrió a decirle a papá
que yo sabía decir mamá.
A quién quieres más, ¿a mamá o a papá?
¿Qué responderle?
Su cuerpo es un batallón de gusanos
cada cual más voraz.
La piel se desprende.
Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida.
Decae
¡Qué bonito me queda el vestido!
Y es que morena
de azul llena
El colegio empieza y la señorita me
dice: Luz Masón! Sí, diga.
No se dice haiga
sino haya.
Ah, ya, señorita.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Su cuerpo es un batallón de gusanos
cada cual más voraz.
La piel se desprende.
Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida.
Decae
¡Qué bonito me queda el vestido!
Y es que morena
de azul llena
El colegio empieza y la señorita me
dice: Luz Masón! Sí, diga.
No se dice haiga
sino haya.
Ah, ya, señorita.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Decae
¡Qué bonito me queda el vestido!
Y es que morena
de azul llena
El colegio empieza y la señorita me
dice: Luz Masón! Sí, diga.
No se dice haiga
sino haya.
Ah, ya, señorita.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
¡Qué bonito me queda el vestido!
Y es que morena
de azul llena
El colegio empieza y la señorita me
dice: Luz Masón! Sí, diga.
No se dice haiga
sino haya.
Ah, ya, señorita.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
La piel se desprende. Carne fugaz
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Siento calor entre mis piernas
siento un placentero dolor en mi pecho
y aquí con él en mi lecho
le digo que nuestro amor será eterno.
Eterno.
Eterno.
¿Eterno?
¡Cuánto tiempo!
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Y estos gusanos, ¿serán algún día mariposas?
Todo este espacio llenan.
¿Serán del color de las rosas?
¿Y a dónde vuelan?
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Decae
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Luz Masón te amo, soy tuyo y tú mía
tanto ayer como hoy, noche y día
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
El hierro afilado
del hombre amado a mi lado
habló
la sangre caliente entre mis piernas
resbaló
Siento un fuerte dolor en el pecho
Dice que por amor me mató.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
¡Amor eterno! ¡Cuánto tiempo!
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Decae.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Mamá y papá.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Él.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
No se dice haiga, sino haya.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Y ahora bajo tierra húmeda y con la
carne podrida
recordando
recordando lo que hasta hace unos días
ella y otros llamaban su vida
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Mariposa etérea de canción difusa.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Y sintió que volaba.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Hueso y carne helada
Y voló.
Y voló.
Y voló. | es |
Bernárdez,Francisco_Luis | <XXI | Soneto_Grabado_En_El_Tronco_De_Un_Árbol | Aquel afán de ser, árbol amigo,
que me dejó grabado en tu corteza
fue tan grande y de tal naturaleza
que mientras vivas viviré contigo;
Pues hasta cuando el tiempo, su enemigo,
me haya borrado de tu fortaleza,
y estén muertas la mano y la cabeza
que me han dejado aquí, como testigo,
aquel afán de vida que me inflama
subirá con tu savia confundido
y, en un último esfuerzo de su ardor,
se asomará al temblor de cada rama,
al sagrado calor de cada nido
y al silencio feliz de cada flor. | es |
Iriarte,Tomás_de | <XXI | Aunque_Es_Verdad_Que_He_Escrito_Algunos_Miles | Aunque es verdad que he escrito algunos miles
de versos, si no buenos, tales cuales,
líricos, amorosos, pastoriles,
satíricos, dramáticos, morales;
¿Qué han pecado mis coplas juveniles,
para que con trompetas y atabales,
con pregonero y sendos alguaciles
salgan por esas calles y portales?
No, Fabio; las sepulta una gaveta,
donde el sol no las ve, ni yo tampoco;
ni han de estamparme en pública tarjeta,
pues temo al vulgo como niño al coco.
Déjame con mi vena de poeta,
y no quieras que tenga la de loco. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Melancolía | A la hora en que a la tarde le aparecen ojeras,
Cuando aquieto mis pasos por las tristes riveras
Donde entre brumas lilas esfúmanse las naves,
Y afligen como adioses los vuelos de las aves,
Que afrontan lejanías hondas como la muerte;
Cuando el sol moribundo sangre pálida vierte
En la imperial fatiga de su grandeza inútil;
Cuando el amor es necio; cuando la gloria es fútil;
Cuando la misma pena, por el cansancio trunca,
Conoce el desconsuelo de no revivir nunca;
Cuando en el pecho amagan incurables dolencias;
Cuando en el alma hay naves que preceden ausencias:
Lo que en ambos fue dicha reza en mí una plegaria.
Vístese de heliótropo la tarde solitaria;
Los pensativos sauces despídense del día
Con un desasosiego tal, que se creería
Hallar bajo cada uno de los sauces aquellos,
Una huérfana pálida de lánguidos cabellos.
Algo tuvo que gime flota en el oleaje
Taciturno, y agrava la inquietud del paisaje.
Y estoy tan triste, tanto, que ni llorarte puedo;
Pues bajo esa nostalgia que se acurruca en miedo,
No sé por qué inconclusa sugestión de las brisas,
Sufro, y las mismas lágrimas se me vuelven sonrisas. | es |