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Votaría incluso en contra, si no fuera porque ésa sería una forma muy radical de apreciar un texto que no es tan importante...
. (EN) Saludo el informe del Sr. Duhamel porque hace una contribución interesante y constructiva a la idea de la constitucionalización de los Tratados.
Aunque cabría afirmar que los actuales Tratados son, fundamentalmente, la Constitución europea, éstos resultan difícil de leer y sus artículos no siguen un orden lógico.
La futura Constitución podría recoger de una manera clara y (relativamente) concisa
los derechos fundamentales de los ciudadanos europeos
el principio de separación de poderes y el Estado de derecho
la composición, el papel y el funcionamiento de las instituciones de la Unión
el reparto de competencias y responsabilidades
el principio subsidiario
el papel de los partidos políticos europeos
el objetivo de la integración europea.
- (NL) El presente informe tiene un lado positivo y otro negativo.
Hace constar con razón que a lo largo de los años se ha producido una inútil acumulación de extensos y complejos Tratados y sugiere que haríamos bien en transformarlos en un único Tratado marco, conciso y legible, que deje claro cuáles son los acuerdos alcanzados hasta la fecha.
Por otra parte, aboga por una Constitución europea que abarque ese Tratado marco, así como la Carta de los Derechos Fundamentales, al tiempo que insiste en la necesidad de determinar el papel que han de desempeñar los partidos políticos europeos.
Aun cuando reconozca que es preciso respetar la identidad nacional de los Estados miembros y que no hace falta suprimir la ciudadanía nacional, el informe opta decididamente por la vía de un gran Estado europeo centralizado según el modelo de los EEUU.
Suscribo con mucho gusto la propuesta de ampliar los derechos fundamentales sociales y estructurar la toma de decisiones políticas de tal forma que resulte comprensible y accesible para todos los habitantes de Europa.
Ahora bien, para lograr este fin basta con que volvamos a redactar los Tratados existentes y que la UE firme el Convenio Europeo de los Derechos Humanos del Consejo de Europa que vio la luz hace tiempo.
. (EN) Los diputados del Partido Laborista británico del Grupo PSE acogen con satisfacción el presente informe, aunque no respaldan todos sus pormenores.
Creemos que una reorganización de los Tratados y su simplificación permitiría a los ciudadanos ver con claridad el ámbito de competencias de la UE - y sus límites -, así como los procedimientos para ejercer dichas competencias.
Saludamos la idea de que las futuras modificaciones, después de Niza, sean elaboradas por una Convención que esté constituida por los Parlamentos nacionales, el Parlamento Europeo y representantes de los gobiernos, tal y como se ha experimentado con éxito recientemente en la Convención que ha elaborado la Carta de los Derechos Fundamentales.
No obstante, la ratificación deberá corresponder a cada Estado miembro, de conformidad con sus propios procedimientos y tradiciones.
Asimismo, no deseamos vaciar de contenido esta labor decidiendo ahora qué debe incluir la nueva Constitución, como por ejemplo, si debe incluir la Carta o no.
Ya tenemos una Constitución en la forma de los Tratados, en la medida en que éstos establecen las competencias de la Unión, sus procedimientos y la composición y competencias de sus instituciones.
No obstante, estos aspectos no están codificados, son poco claros e insuficientes en lo que respecta a la eficiencia y democracia.
Acogemos con satisfacción los intentos para mejorarlos.
. (SV) Me abstuve en la votación final.
Opino que es esencial que la Carta de Derechos Humanos de la UE implique la firma de la Convención de Derechos Humanos del Consejo Europeo.
La palabra constitución despierta asociaciones intelectuales y políticas erróneas.
Debería usarse, en cambio, el concepto resumen y simplificación de los tratados de la UE.
Los democristianos suecos opinamos que la convención no es un método de trabajo democrático ni eficaz con vistas a la redacción de una Carta de Derechos Humanos.
Esto vale tanto para la transparencia de los parlamentos nacionales y sus comisiones de asuntos constitucionales como para el Parlamento Europeo y su Comisión de Asuntos Constitucionales.
En la práctica, la presidencia de la convención ha hecho un resumen de las conclusiones de los delegados.
Si en el futuro se usase este método de trabajo, su función debería limitarse a la de grupo de referencia.
- (FR) He votado con entusiasmo a favor del informe de nuestro colega Olivier Duhamel, porque forma parte de las grandes voces y de las grandes voluntades que, paso a paso, han levantado los peldaños de la construcción europea.
Pero esta voz - y es importante - es una voz parlamentaria, la voz de una institución que afirma cada día un poco más la autoridad de los pueblos en el seno de la Unión y de su triángulo institucional.
Gradualmente, de Tratado en Tratado, y esperemos que el de Niza no lo desmienta, los viejos nacionalismos europeos salen al exterior y se constituyen en potencia mundial en un mundo de gigantes.
Aquí todos los sabemos, Europa, su moneda, su diplomacia, su seguridad, su civilización, su cultura, su modelo social, no sobrevivirán realmente a la brillante Historia, así como tampoco a la inútil división de sus pueblos, sino accediendo a una federación de Estados-naciones, que dispongan de instituciones fuertes, coherentes y respetadas, inscritas en una Constitución europea, cuyo camino abre nuestro colega Duhamel.
Hasta el Tratado de Amsterdam, en 1997, Europa era un supersindicato intergubernamental.
Con el Tratado de Amsterdam y la ampliación del procedimiento de codecisión, el Parlamento Europeo, de hecho, lanzó a Europa por la vía de la integración política y de la supranacionalidad.
Si mañana la Unión desea abarcar toda Europa, la Europa geográfica, más allá incluso de las próximas ampliaciones, necesitará instituciones con plena madurez política y democrática.
De este año 2000, que algunos consideran demasiado soso, la Historia recordará que en dicho año ha progresado y se ha afianzado la idea de una Constitución europea en la mayoría de los escaños de esta Asamblea, hasta el punto de desembocar hoy en la aprobación del informe Duhamel.
Por eso debemos desear ardientemente el éxito de la cumbre de Niza y de la Conferencia Intergubernamental, para, simplemente, poder muy pronto ir más allá.
Informe Gil-Robles (A5-0288/2000)
Señor Presidente, desde que fui elegido diputado del Parlamento Europeo tengo una preocupación que muchas noches me quita el sueño: ¿ Conseguiré contribuir a una legislación europea en materia de pensiones antes de que termine mi mandato?
Hasta la fecha no es posible porque no entra en nuestras competencias.
No obstante, el informe del Sr. Gil-Robles me ayuda, ya que propone que para determinados temas, sectores y materias algunos Estados miembros de la Unión Europea acuerden una acción común.
En consecuencia, espero que pronto se opte por una cooperación reforzada entre algunos Estados - incluida Italia - tendente a establecer normas comunes para el tratamiento de las pensiones y de las cuotas que los trabajadores pagan para las pensiones.
¡Así podré dormir!
Señor Fatuzzo, es algo que todos deseamos.
Los socialdemócratas suecos y daneses hemos votado hoy en contra del informe presentado por José María Gil-Robles Gil-Delgado sobre la cooperación reforzada.
Estamos de acuerdo en los principios generales que establece el informe relativos a que la cooperación reforzada debe desarrollarse dentro de los marcos institucionales de la Unión Europea y a que las condiciones políticas y jurídicas establecidas por el Tratado de Amsterdam para la implantación de la cooperación reforzada tienen por objeto limitar el riesgo de ruptura en los lazos solidarios existentes entre los Estados miembros y de fragmentación del espacio jurídico comunitario.
Reconocemos que un cierto grado de diferenciación de la integración europea, en lo que respecta a su tempo y a su alcance, puede resultar útil si se conservan los objetivos comunes y la diferenciación se percibe como un instrumento a emplear excepcionalmente y durante un período de transición manteniendo el debido respeto al hecho de que son únicamente los países que permanecen fuera de ésta quienes deciden si -y en tal caso, cuándo- desean adherirse a los ámbitos incluidos dentro de la cooperación reforzada.
El que no podamos votar a favor del informe es debido a que no podemos apoyar las propuestas de modificaciones en las condiciones políticas y jurídicas para la cooperación reforzada.
La supresión de las condiciones relativas a que la cooperación reforzada no puede sobrepasar los marcos del tratado así como la supresión del derecho de veto y la posibilidad de plantear la cuestión en el Consejo Europeo supondrán una ruptura de los principios fundamentales sobre los cuales funciona la cooperación europea en la UE.
El Grupo EDD vota en contra del informe presentado por José María Gil-Robles Gil-Delgado sobre la cooperación reforzada.
El informe propone la supresión del derecho de veto, lo que realmente supondría que países muy entusiastas de la integración podrían marchar al frente de ésta sin disfrutar de un amplio respaldo popular.
El deseo oculto detrás de ello es poder proseguir el camino hacia una "unión cada vez más estrecha" sin verse obstaculizados en ello por la ampliación a la que se han comprometido los países de la UE.
La cooperación reforzada centralizará la mayoría de políticas, incluidas las más sensibles, aún en mayor medida de lo que sucede hoy.
El Sr. Gil-Robles propone de esta forma recoger en ella la política comunitaria de seguridad y asuntos exteriores.
Sin embargo, creemos que la evolución futura aumentará la necesidad de mantener una cooperación mucho más heterogénea y flexible en Europa.
Permitir que las decisiones sobre cada vez mayor número de temas importantes se adopten por mayoría cualificada choca con las normas democráticas fundamentales.
Países con tradición de celebrar un referéndum al ceder soberanía pueden a partir de ahora correr el riesgo de verse en la situación de que una propuesta que haya sido rechazada nacionalmente sea aprobada en el ámbito comunitario.
Los países no tan entusiastas de la integración se quedan atrás con una pobre alternativa, copiar la legislación sin tener voz y voto.
Pero no pueden soslayar la legislación de los países pioneros.
El Grupo EDD desea una Europea más libre y más flexible donde no se presione a nadie a participar en todo.
Deseamos una Europa de las democracias y de la diversidad.
De ahí que votemos en contra del informe.
- (FR) He votado en contra del informe Gil-Robles relativo a las cooperaciones reforzadas, es decir: las cooperaciones que no afectan al conjunto de los miembros de la Unión, sino sólo a algunos.
En efecto, aunque dicho informe tienda a flexibilizar, en parte, el régimen tan rígido establecido en el Título VII del Tratado UE de Amsterdam, lo cual es positivo, el resultado final es aún muy insuficiente.
Dicho informe evidencia, en efecto, la concepción de una Unión muy monolítica, donde todas las cooperaciones deberían expresarse dentro del "marco institucional único" y donde todas deberían orientarse hacia el objetivo del super-Estado.
El informe Gil-Robles propone incluso incluir la política exterior común y la de defensa en el ámbito de las cooperaciones reforzadas, lo que supondría para las mismas una centralización mayor de la que hoy existe (apartado 4).
Dichas propuestas no son aceptables, ya que la necesidad de cooperación en Europa, que es intensa, diversa, multiforme, ya no puede estar comprendida en un marco comunitario unificado donde se decide por mayoría.
Por otro lado, el informe no explica concretamente - y es una laguna importante - la manera en que podría hacer funcionar cooperaciones que reúnen una tercera parte de los miembros, en el marco de las instituciones actuales, sin modificarlas.
En realidad, el Parlamento Europeo lleva a cabo una lucha por intentar retrasar las cosas.
Ya intentó impedir la emergencia de cooperaciones diferenciadas en el Tratado de Amsterdam, y finalmente tuvo que ceder y aceptar las "cooperaciones reforzadas" .
Hoy trata de impedir la flexibilización de las cooperaciones reforzadas, y acabará por perder la partida, también en este caso.
Pensamos que las cooperaciones, que deben denominarse "diferenciadas" , no han de estar predeterminadas con respecto a sus objetivos, ni limitadas en su creación, ni restringidas en su funcionamiento.
Si así lo desean, algunas cooperaciones podrían utilizar el marco comunitario, otras podrían crear instituciones ad hoc, vinculadas únicamente a la Unión por una secretaría que sirviera de enlace.
Finalmente, sería muy conveniente que las cooperaciones diferenciadas funcionasen sobre la base del principio de unanimidad, a riesgo de volver a caer en los inconvenientes del plano comunitario.
- (FR) Hay que recordar que el mecanismo que hoy se conoce como cooperaciones reforzadas ya existía mucho antes del Tratado de Amsterdam.
En efecto, algunos Estados miembros, deseosos de profundizar su cooperación y de ir más allá de la integración prevista en los Tratados, han desarrollado diferentes instrumentos como el Acuerdo social, los Acuerdos de Schengen, la Unión Económica y Monetaria, etcétera.
Eso les permitió progresar según ritmos u objetivos diferentes.
Tras la entrada en vigor del Tratado de Amsterdam, el recurso a dichos instrumentos ha sido formalizado por la introducción del concepto de "cooperación reforzada" en el Tratado de la Unión Europea (Título VII) y en el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea (artículo 11).
El objetivo que se pretende alcanzar mediante esta forma de cooperación es permitir a un número limitado de Estados miembros, capaces y deseosos de avanzar, continuar la profundización de la construcción europea, dentro del respeto del marco institucional único de la Unión.
Europa tiene, en efecto, cada vez más dificultades para avanzar al unísono.
Es necesario, pues, evitar reducir la marcha del conjunto y, por lo tanto, autorizar a algunos Estados miembros a avanzar, desarrollando el mecanismo de las cooperaciones reforzadas.
El recurso a dicho instrumento ha sido acompañado de unas condiciones tendentes a evitar transformar la Unión Europea en "Europa a la carta" o de varias velocidades. Esta preocupación legítima, por otra parte, se encuentra en el centro de los debates sobre dicha cuestión.
Ha de recordarse que la cooperación reforzada, tal como está inscrita en el Tratado de Amsterdam, debe incumbir a un ámbito que no sea competencia exclusiva de la Comunidad, debe tender a favorecer la realización de los objetivos de la Unión, así como respetar los principios de los Tratados, ser utilizada sólo en última instancia y afectar a una mayoría de Estados miembros.
La cooperación reforzada podría revestir un papel importante en el marco de una Europa ampliada.
Sin embargo, en el estado actual de dichas disposiciones, este mecanismo no puede funcionar correctamente.
Por eso la reforma de dicho instrumento ha sido inscrita en el orden del día de la CIG, para facilitar su aplicación.
El presente informe tiene como objetivo concretar la toma de posición en este sentido de nuestro Parlamento (resolución del 13 de abril de 2000).
Ello supone concretamente la supresión del derecho de veto; la posibilidad de recurrir a las cooperaciones cuando, como mínimo, una tercera parte de los Estados miembros se ven afectados; la ampliación de la cooperación reforzada a la política exterior y de seguridad común.
El ponente insiste, con razón, en el hecho de que el poder de iniciativa de la Comisión, la plena participación del Parlamento Europeo y el control jurisdiccional del Tribunal de Justicia deben constituir la norma para todas las cooperaciones reforzadas.
Frente al estancamiento actual de la Unión, este mecanismo, utilizado con inteligencia, puede ser uno de los medios para superarlo.
. (EN) Recientemente se ha debatido mucho en la Unión Europea acerca de lo que ha dado en llamarse el principio de cooperación reforzada.
En términos más sencillos, eso significa que los Estados miembros mayores podrán integrarse más estrechamente y en un plazo de tiempo más corto que los Estados miembros pequeños de la UE.
Básicamente, los defensores de esta política quieren crear una Europa de dos velocidades.
Quieren que la Unión Europea se construya a dos ritmos diferentes: uno para los países que desean mayor integración y otro para los países que quieren plantearse con más detenimiento la integración económica.
No creo que sea necesariamente un avance saludable para la Unión Europea que sus dirigentes acepten y apliquen el principio de cooperación reforzada en toda su magnitud.